El Papa Francisco encabezó este viernes 25 de enero el viacrucis con los jóvenes peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud.

La dificultades que atraviesan los migrantes y refugiados, el aborto, la realidad de las vocaciones religiosas, la actualidad en cuanto a los derechos humanos y los obstáculos que viven las víctimas del terrorismo, fueron los temas con mayor relevancia y llamado a reflexión en esta especial jornada.

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Paso a paso, oración por oración, reflexión por reflexión

En el Campo Santa María La Antigua en la Cinta Costera, a las 5:30 de la tarde del viernes 25 de enero, se dio inicio a este emotivo acto en el que participaron jóvenes que han peregrinado en Panamá desde distintas partes de los cinco continentes. Las reflexiones en las 14 estaciones quedaron a cargo de los jóvenes peregrinos quienes llevaban la Cruz Peregrina, que durante 2018 recorrió varios países como parte de la preparación de los peregrinos para este evento.

Venezuela, Honduras, Costa Rica, Cuba, Colombia, Nicaragua, El Salvador, entre otros países de América, participaron al final de cada reflexión, los peregrinos elevaban una oración en honor a la devoción mariana propia de cada país que representaban.

Un discurso de invitación y reflexión

El Santo Padre invitó los jóvenes a ver la vida de María como ejemplo de fortaleza, obediencia, valentía y esperanza en Dios y su voluntad sagrada.

En su discurso papal, también reflexionó sobre las tragedias de la humanidad haciendo marcada referencia en el tema del aborto y el irrespeto de los derechos humanos, especialmente hacia los niños, usando la frase “el grito sofocado de los niños a quienes se les impide nacer y de tantos otros a los que se les niega el derecho a tener infancia”; no dejó por fuera el maltrato a las mujeres, el tráfico humano y de drogas, la drogadicción, los padecimientos de quienes deben por distintas razones incluyendo la persecución y el terrorismo abandonar su país para refugiarse en otro.

El llamado antes de finalizar la jornada a través de cada una de las estaciones y el discurso del Santo Padre fue a la reflexión propia de cada peregrino sobre la necesidad de que tiene el mundo entero de transformarse a través de la fe y la esperanza para vencer el pecado y con él a la muerte, mantenerse alegres en esperanza , alegría y en oración, multiplicando con su ejemplo de vida la palabra de Dios en los distintos lugares del mundo donde vivan y que les toque recorrer en las misión que deban cumplir.

 

 

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