Este domingo, la Organización No Gubernamental “Human Rights Watch” (HRW) instó al gobierno chino a reunir a todos los menores de edad musulmanes que han sido separados de sus familias bajo las políticas discriminatorias contra las comunidades practicantes del Islam.
Así lo hicieron saber a través de un comunicado, en el que denunciaron que desde el 2017, las autoridades chinas han detenido “innecesariamente” a casi 1 millón de uigures y musulmanes túrquicos, muchos de los cuales se encuentran en campos de concentración o de “reentrenamiento” para hacerlos renunciar a su fe.
HRW también advierte que un número desconocido de musulmanes se encuentran encarcelados, mientras que sus hijos han sido reubicados a “instituciones de bienestar infantil” o a internados sin el consentimiento o conocimiento de sus familias.
“La separación forzosa de los niños es quizá el elemento más cruel de la opresión en Xinjiang”, expresó al respecto Sophie Richardson, la directora de Human Rights Watch en China.
Los niños deberían ser inmediatamente devueltos a la custodia de sus familiares en China o se les debería permitir reunirse con sus padres fuera del país.
Desde el inicio del plan “Campaña de Golpe Fuerte Contra el Terrorismo Violento”, muchos musulmanes túrquicos han perdido el contacto con sus familias en Xinjiang.
De hecho, los datos de “Víctimas de Xinjiang” recogen cerca de 5.000 personas, incluyendo a 100 niños, han sido retenidas en centros de entrenamiento o algún centro de detención.
Al respecto, Abdurahman Tohti, un hombre Uigur viviendo en el exilio en Turquía, afirmó a HRW que no ha podido contactar a su hijo de cuatro años, ni a su hija de tres, desde que las autoridades de Xinjiang detuvieron a su esposa en el 2016.
“Extraño a mis hijos y a mi esposa”, dijo Tohti, quien explicó que en Enero pudo a ver a su hijo en un vídeo publicado online, en el que el pequeño sale hablando en chino.
Los quiero de regreso. Tengo miedo de que si me vuelvo a encontrar con mis hijos en algún momento en el futuro, ellos no sabrían quién soy yo y ya se habrían asimilado como chinos y pensarían que soy su enemigo.
En 2018, el gobierno local de Xinjiang insertó en sus leyes contra el islamismo nuevas cláusulas que prevén el uso de “centros de entrenamiento” para “educar y transformar” a quienes hayan sido “influenciados” por “ideas radicales”.
Xinjiang es una región semiautónoma de China donde los uigures, una etnia de fe musulmana, son mayoría frente a los Han, quienes copan los demás territorios del país asiático. Desde hace varios años, los uigures denuncian que el gobierno chino los persigue y discrimina bajo la excusa de que pertenecen a la “insurgencia islamista”.
Asimismo, denuncian que a los niños separados de sus familias se les niega su derecho a aprender en su idioma, así como las tradiciones de su cultura. Igualmente serían obligados a bailar y cantar canciones propagandísticas pro-China.
“Los gobiernos deben hablar contra este sufrimiento insoportable que las autoridades infringen en las familias como parte de una campaña de represión en Xinjiang”, exhortó Sophie Richardson, quien insistió que “la reunificación familiar es un derecho humano fundamental”.