Sin duda debes haber escuchado la expresión de tener el ‘cerebro frito’ o has dicho que se te ha ‘recalentado el cerebro’.
Estas frases las decimos cuando hemos tenido un duro día de trabajo, en la escuela o universidad, o cuando hemos tenido una sobrecarga emocional de algún tipo. En resumen, cuando hemos tenido bastante actividad cerebral al pensar mucho y lo único que anhelamos al llegar a casa es la cama. Pero, ¿puede realmente el cerebro quemar calorías?
Desde hace algún tiempo se conoce que el cerebro es el órgano en el cuerpo que más energía consume. Este hecho es medido por la cantidad de riego sanguíneo cerebral alrededor de todo el cuerpo y el esfuerzo que realiza este órgano al desempeñar esta tarea se comprueba a través de una resonancia magnética funcional y una espectroscopia.
Asimismo, un estudio realizado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ubicado en Madrid, España, demostró que cuando tenemos mucha actividad cerebral, este órgano puede llegar a quemar hasta 350 calorías al día.
Según el estudio, la actividad cerebral que reduce estas calorías no se refiere a las tareas prácticas que realizamos, sino a las tareas intelectuales. Es decir, el cerebro no quemará esta cantidad de calorías cuando sólo estás trabajando o limpiando, sino cuando piensas en las cosas que debes hacer, en algo que debes resolver, etc.
El cerebro quema esta cantidad de calorías cuando pensamos demasiado durante el día.
Entonces, ¿Pensar adelgaza?
El profesor de la Universidad de Granada e investigador del Centro de Investigación de la Mente, Cerebro y Comportamiento, Ignacio Morón, afirma que »una hora de trabajo intelectual intenso consume, prácticamente, la misma energía que una hora de trabajo físico». Frente a esta afirmación es importante tomar en cuenta que el estudio realizado por el CSIC demuestra que el cerebro humano representa el 20 % del peso corporal y consume el 20 % de oxígeno y glucosa presentes en el organismo, tal como lo afirma Javier DeFelipe, profesor e investigador del CSIC.
«En estado basal, el cerebro puede consumir unas 350 calorías en 24 horas, esto es, un 20 % de lo que solemos gastar al día«, afirma el profesor Morón. Esta cantidad de energía es equiparable al gasto calórico realizado al estar dándolo todo en una pista de baile, machacándote en la elíptica o corriendo, todo esto por 30 minutos.
Todos los procesos fisiológicos requieren de energía para hacerse posibles y el cerebro es el órgano que consume más energía, por lo que, si bien, no es igual de cansado, pensar y realizar estas actividades representa el mismo gasto calórico.
Siento decepcionarte, pero no podemos bajar de peso ejercitando solo nuestro cerebro.
Después de reunir todos estos datos científicos parecería muy lógico que el cerebro ayude a quemar calorías realizando solo trabajo intelectual y de esa forma ocasione reducciones de nuestro peso corporal.
Pero, aunque parezca una idea atractiva el poder deshacerte de los kilillos de más solo haciendo uso del cerebro, sin ningún tipo de ejercicio físico, déjame decirte que no es así.
En primer lugar, no sólo basta con pensar para que el cerebro reduzca 350 calorías diarias, depende un poco de qué pensamientos tenemos. Es decir, el consumo de calorías del cerebro varía: »cuando está en modo normal, como cuando vamos por la calle caminando y pensando en nuestras cosas, quizá el consumo del cerebro sea menos, en el sentido de que ninguna zona del mismo se activa más que otras», explica Morón.
Pero, si mientras caminamos comenzamos a resolver algún tipo de problema mentalmente, el consumo será mayor, puesto que se activa mucho más la materia gris del cerebro, que, por su diseño y las tareas que desempeña, tiende a gastar más energía.
Entonces, si el cerebro pudiese adelgazar, no solo bastaría con pensar, sería necesario realizar alguna tarea intelectual compleja.
De todos modos, esto no es posible, ya que el cerebro elimina glucosa, pero eso no lo hace capaz de reducir el peso corporal solo por pensar.
El cerebro toma la glucosa que es necesaria para realizar todos sus procesos metabólicos, por lo que, al pensar, solo reduce los niveles de glucosa en nuestro cuerpo, instándolo así a conseguir más de ella a través de la ingesta de azúcares y carbohidratos.
»Claramente, pensar no adelgaza. Quizá mientras se camina vigorosamente o se hace ejercicio», concluye Andrés Catena, investigador parte del estudio.
A pesar de esto, pensar trae beneficios grandes para la salud, pues reduce el riesgo de enfermedades como el Alzheimer, así que sigue haciéndolo.