Este lunes, en la región costera de Guayas, se sintieron al menos tres temblores, el segundo también llegó a sentirse en la capital ecuatoriana. El segundo fue de magnitud 5,9 en la escala Richter y, pocas horas ante, el primero de magnitud 3,31 y casi a 30 metros de profundidad, que tuvo su epicentro en Guayaquil, una de las ciudades más pobladas de Ecuador e importante centro económico del país. Sobre la 18.45 de la tarde se volvió a repetir a 31 kilómetros de Guayaquil otro seismo de mayor intensidad, 5,8 grados, que también afectó a Perú.
 
Un día antes, la tierra tembló con una magnitud 3,77 cerca del Archipiélago de las Galápagos, y otro de 3,53 se sintió en la provincia de Manabi, que ya se vio azotada por un terremoto de 7,8 hace casi tres años, dejando 670 fallecidos, miles de afectados y pérdidas materiales millonarias.

¿Por qué hay terremotos en Ecuador?

Ecuador está afectado por el Cinturón o Anillo de fuego del Pacífico, muy activo, debido a que éste concentra algunas de las zonas de subducción más importantes del mundo con una fuerte actividad sísmica.
 

 
De acuerdo con la Tectónica, la corteza terrestre, de naturaleza granítica, está fragmentada en placas. Imagínese que está cascando un huevo para freír una tortilla. La cáscara se rompe en plaquitas. Así la corteza terrestre. 
 
La corteza terrestres se desplaza de un lado a otro como flotando sobre un manto semifundido siguiendo la rotación terrestre y el empuje de la corteza oceánica, el fondo marino, que nace en las dorsales oceánicas, columnas vertebrales situadas en el centro de los océanos de donde emerge el material basáltico, empujando a ambos lados el fondo del mar.
 
La corteza basáltica tiene menos densidad que la terrestre, por lo que se hunde debajo de ésta, creando lo que se llama zonas de subducción que elevan los sedimentos costeros formando monumentales cordilleras montañosas paralelas a la costa, como la de Los Andes

 
La fricción de las dos cortezas en la zona de subducción es lo que da origen a los terremotos, y cuanto más profunda es la fricción, más alejado se sienten los temblores, como en el caso de las Galápagos, a más de 1000 kilómetros de la costa ecuatoriana.
 
Las zonas de subducción se extiende paralelamente a lo largo de la costa americana, lo que se llama el Anillo de fuego del Pacífico, muy activo, por eso son tan frecuentes lo terremotos, como los de California, por el deslizamiento de un trozo aislado de corteza terrestre sobre la masa continental, movido por efecto de la subducción. 
 

 
Los terremotos pueden ser más o menos daniños.
 
Estudiando los sismos, Richter dedujo que su energía obedecía a una escala logarítmica, es decir, en su inicio se liberaba una menor cantidad de energía y llegando a cierto grado, entre 4 y 5 en adelante, era cuando se liberaba la mayor cantidad. Esa energía es lo que mide la escala que lleva su nombre, que puede llegar hipotéticamente a 10 grados, destrucción total, aunque lo más habitual es que se situe entre 6 y 8 grados, con daños severos, muy habituales en Chile donde en 1960 se refistraron 8,9 grados, destructivo, el mayor hasta la fecha en todo el mundo. La magnitud de los daños materiales y el peligro para las personas también se mide con la escala Mercali, siendo 10 catastrófico.
 

 
Los daños y peligros también dependen de la orientación de los edificios en relación a la dirección de las ondas longitudinales, un pasito adelante y otro hacia atrás, y de las tranversales, el bamboleo.  Los edificios perpendiculares a las ondas longitudinales, sumada la energía de las transversales, tienen más posibilidades de caer. Piense en una cinta transportadora, si cruza un objeto rectangular éste se tumbará, un edificio de altura y rígido, se fragmentará. Las ondas longitudinales, a su vez, son las que viajan más lejos, por eso se pueden sentir un seismo incluso a cientos de kilómetros de su epicentro. 
 
La naturaleza del terreno también influye sobremanera. Sobre suelos de roca dura la magnitud de los daños es mayor. Los blandos absorben la energía y amortiguan el terremoto, por contra son susceptibles de deslizamientos y derrumbes de los sedimentos depositados en las laderas de las montañas. 
 
Los científicos cuenta con cientos de estaciones sísmicas vigilando sin descanso noche y día, pero cuando ocurre apenas da tiempo a salir corriendo. De repente se nota uno mismo meciéndose en su sillón mientras está viendo la tele. La tecnología avanza mucho, aunque de momento tendremos que seguir fijándonos en los animales que son los primeros en advertir que algo raro va a pasar. 

 

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