La lluvia de meteoritos tan sólo duró 10 minutos. Antes del fuerte impacto se pudo observar un resplandor que duró 2 segundos y una estela de humo de unos 20 kilómetros. En su caída provocó un fallo en las comunicaciones telefónica, quizá debido a las ondas electromagnéticas, y los edificios vibraron aunque no hubo rotura de cristales.

Científicos cubanos confirmaron que el meteorito es del tipo lítico, compuesto de hierro, niquel y silicato de magnesio. El fragmento más grande, de unos 11 centímetros, se encontró en el municipio de El Palmarito y dejó un pequeño crater.

Los vecinos del municipio de Viñales sintieron sobre las 13.20 de la tarde un gran estruendo y varias explosiones. Según relatan algunos vecinos, el Sol se hizo más grande y vieron una humareda negra enorme. A continuación de un ruido también enorme, una lluvia de piedras cayó sobre sus casas. Unos pensaron que era un temblor de tierra y otros que se trataba de un gran avión.

Unos minutos antes, en Matanzas, a unos 100 kilómetros de Viñales, se avistó otro fragmento,que los vecinos describieron como una esfera incandescente, de un metro aproximado de diámetro, que se precipitó en el mar, muy cerca de la costa sur de la bahía.

No es el primero. Durante el siglo pasado se hallaron en Cuba fragmentos de 6 meteoritos a diferentes profundidades, el último en 2001, verificados mediante análisis químicos y otros procedimientos de laboratorio. En 1974 se halló un fragmento a 8 metros de profundidad.

El científico ruso Serguéi Zamozdra señaló que este bólido, por comparación, es mucho más débil que el impactó en 2015 en Cheliábinks, meteorito que él mismo estudió con datos de satélites y radares, y que tuvo uno estela de 250 kilómetros y 16 segundos de luminosidad, provocando la rotura de cristales en más de mil edificios.

Aunque no lo advirtamos, cada año cientos de miles de toneladas de polvo y roca bombardean nuestro planeta. La mayoría se desintegran al entrar en la atmósfera a causa de la fricción. Otros la atraviesan y arden dejando sobre el cielo una estela luminosa, meteoro, que apenas dura un segundo, lo que llamamos estrellas fugaces.

Los fragmentos de mayor tamaño, meteoritos, se precipitan o explotan sobre la superficie terrestre, como el que explosionó en 1908 en la Taiga siberiana, cerca del río Tunguska, conocido como bólido de Tunguska.

Temprano por la mañana una explosión despertó a los vecinos. Una detonación aérea de alta potencia similar a un arma termonuclear de 12 megatones a 8 kilómetros de altura, 128 veces mayor que la de Hiroshima. La mayor explosión jamás oida. Los vecinos lo sintieron como un castigo divino que derribó sus hogares, hizo temblar la tierra y levantó olas gigantescas del río, abatió árboles y murieron animales. La detonación no dejó cráter por lo que los científicos lo atribuyeron a un cometa de hielo.

Por lo general vemos las estrellas fugaces aisladamente, cualquier día del año, pero en ciertas fechas concretas, como si estuvieran programados, las podemos ver en grupos, enjambres de meteoritos, lo que llamamos lluvia de estrellas, y reciben el nombre de la constelación sobre la que aparecen.

En España, por ejemplo, es muy popular el enjambre que aparece en el cielo nocturno durante los días previos y posteriores al 10 de agosto, las Perseidas, conocidas popularmente como “Las lágrimas de San Lorenzo” por ser en esta fecha cuando se celebra la festividad del Santo. El efecto luminoso se produce al atravesar la atmósfera una lluvia de partículas de polvo de alta actividad del tamaño de un grano de arena que dejan los cometas en su recorrido alrededor del Sol.

La magnitud de su luminosidad  de los meteoros se mide en comparación con la de Venus, que atraviesa la bóveda celeste nocturna aparentando una estrella y que mucha noches podemos verlo situado en apariencia sobre la Luna, una imagen plasmada en la bandera turca. Los meteoros de igual o mayor brillantez que Venus se denominan bólidos o bolas de fuego y cuando se ven con un brillo 16 veces mayor se consideran meteoritos, pudiendo se algunos tan brillantes como la Luna llena, o como el avistado en Cuba, que según los vecinos «brillaba como un Sol».

Los meteoritos son fragmentos de asteroides, cometas y otros cuerpos celestes. Continuamente llegan fragmentos de mayor o menor diámetro desde el Cinturón de asteroides situado entre la Tierra y Marte. La mayoría de ellos caen sobre mares y océanos, pero algunos impactan sobre la superficie terrestre.

Nuestro planeta está plagado de grandes cráteres, testigos de impactos meteoríticos en el pasado, como el que según creen los científicos acabó con los dinosaurios y cuyo centro se situa en Chicxulub, Yucatán, en el Golfo de México
 
Las Condritas son los meteoritos más primitivos, los fósiles de la nebulosa solar que originó los planetas, por lo que su estudio nos permite conocer tanto la evolución planetaria como nuestra propio origen orgánico.