El calentamiento global es una de las preocupaciones contemporáneas, con un sin número de consecuencias por las cuales alarmarse, es una de las luchas de concientización de mayor impacto en la era moderna. Tormentas más intensas, olas de calor, cambios de los ecosistemas, huracanes más peligrosos, son algunas de las consecuencias del calentamiento, sin embargo una no tan considerada y de sumo peligro es la propagación de enfermedades que se encuentran atrapadas en los hielos.

En la extensa historia de la vida humana, se ha logrado coexistir junto a virus y bacterias, en el último siglo se han desarrollado antibióticos, sin embargo las bacterias responden mejorando sus defensas, siendo una batalla interminable.

Pero, ¿qué sucedería al enfrentarse a virus y bacterias que se han encontrado en reposo bajo el hielo por miles de años, de los cuales ni siquiera se posee idea de su existencia o los efectos que puedan tener en los humanos, o en cualquier ser vivo y a través de ellos afectar a los humanos?. Debido a que las condiciones climáticas están siendo desfavorables, por distintos factores, la capa de suelo que estaba congelada en las regiones polares permanentemente han empezado a derretirse, liberando así virus y bacterias que podrían tener miles de años durmiendo, y quizás aún en perfecto estado.

¡No se tiene certeza de que enfermedad pueda continuar viva atrapada en el hielo que pronto caerá!


Hace dos años, en agosto de 2016 se pudo conocer que en Rusia, en la tundra siberiana (Península de Yamal, Círculo polar ártico) al menos unas 86 personas fueron internadas luego de haber sido infectadas por Carbunco Ántrax, dejando como resultado un pequeño niño de 12 fallecido. Luego de estudios realizados se determinó que alrededor de unos 75 años atrás un reno murió infectado con la bacteria y quedó atrapado bajo la capa de permafrost, allí permaneció hasta 2016 cuando una ola de calor lo descongelo, liberando así el ántrax infeccioso o ántrax maligno en los suelos y aguas cercanas a la zona del brote.

Siendo cada vez más la exposición por el derretimiento se estima que poco a poco se irá cavando más y más años de historia expresada en bacterias. Científicos afirman haber descubierto pequeños fragmentos de ácido ribonucleico del virus de la gripe española de 1918 en cuerpos enterrados en fosas comunes en Alaska. Pudiendo estar así, también la peste bubónica y la viruela enterradas en Rusia y más probablemente en Siberia, claro, podemos definir estas enfermedades, pero aún más abajo existirán muchas más, de las que no se tienen registro.

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