La magnitud del dramático colapso del volcán indonesio que condujo al devastador tsunami del sábado pasado en el estrecho de Sunda se está haciendo evidente.

Los investigadores han examinado imágenes satelitales de Anak Krakatau para calcular la cantidad de roca y ceniza que se desprendieron del mar.

Dicen que el volcán ha perdido más de dos tercios de su altura y volumen durante la semana pasada.

Gran parte de esta masa perdida podría haberse deslizado hacia el mar en un solo movimiento.

Sin duda, explicaría el desplazamiento del agua y la generación de olas de hasta 5 m de altura que luego inundaron las costas cercanas de Java y Sumatra.

La agencia de desastres de Indonesia dice que más de 400 personas han sido confirmadas como muertas y que más o menos 20 están desaparecidas. Más de 40.000 han sido desplazados.

El volcán ha disminuido su estatura

El Centro de Vulcanología y Mitigación de Riesgos Geológicos (PVMBG) ha estado estudiando imágenes de varios satélites de radar, incluida la constelación Sentinel-1 de la Unión Europea y la plataforma alemana TerraSAR-X.

El radar tiene la ventaja de poder ver el suelo de día o de noche y poder perforar las nubes.

La capacidad ha permitido realizar algunas mediciones iniciales de la estatura perdida de Anak Krakatau, en particular en su lado occidental.

Lo que una vez fue un cono volcánico de unos 340 m de altura ahora tiene solo 110 m de altura, dice el PVMBG.

En términos de volumen, se han agotado 150-170 millones de metros cúbicos de material, dejando solo 40-70 millones de metros cúbicos en su lugar.

No se sabe cuánta masa se perdió el 22 de diciembre y cuánto en los días siguientes. Los científicos pueden tener una mejor idea una vez que hayan tenido la oportunidad de visitar el volcán y realizar estudios más extensos.

Pero con las erupciones aún en curso y una zona de exclusión de seguridad en vigor, nadie se está acercando a Anak Krakatau.

El colapso del cono con la generación del tsunami se consideró un peligro potencial antes del sábado pasado.

Los científicos habían modelado la posibilidad hace seis años, incluso identificando el flanco occidental de Anak Krakatau como la sección del volcán con mayor probabilidad de fallar.

El estudio, aunque simulaba un evento más grande, predijo las alturas de las olas y los tiempos de inundación costera que fueron notablemente similares a lo que realmente sucedió.

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