Cuando vemos películas de terror, quizás pensemos en qué imaginación tiene el director, o el guionista, o los dos.

Da escalofrío ver esas escenas terroríficas y pensar que puedan ocurrir en la realidad. Pero, nos aliviamos pensando en que eso no pasa, que es sólo una ficción.

Una imagen inquietante


El cine de terror es como muy casquivano.

Nos estremece por un rato y, después, nos levantamos de nuestra butaca, o del sillón de nuestro salón, según, y a otra cosa, mariposa.

En la pantalla es todo así como muy gótico, pasas un mal rato encogido en el asiento, con desasosiego, muy diferente a la vida real, con sus luces y sus colores.

Inquieta pensar que puedas cruzarte en una callejuela oscura, volviendo a casa tarde en la noche, con personajes decimonónicos como Jekyll & Hyde, Jack “El Destripador” o el mismísimo Barba Azul, o más próximo, que el inquietante Hannibal Lecter te invite a cenar, ¿verdad?

Imagínense este argumento:

Se reúnen con unos amigos en casa de uno de ellos para cenar, y les sirven una pitanza con unos deliciosos platos para chuparse los dedos, preparados con arroz y carne de pollo con especias, un plato típico árabe; más aún, han quedado tan encantados que le piden la receta.

Uno de ellos echa de menos a la pareja de su amigo y pregunta por ella. El amigo responde: “Bueno, os la acabáis de cenar”.

Ambientada en nuestros tiempos modernos, quizás no daría mucho miedo, al contrario, casi más sería una de esas comedias negras inglesas, nos echaríamos a reir: “¡Venga, Hannibal, qué cosas tienes!”.

Celos,  venganza y Machboos

Un joven, alertado por la ausencia de su hermano, denunció su desaparición a la policía después de haber encontrado, en la casa donde el hermano vivía con su novia, un diente en una batidora.

El análisis de ADN reveló que pertenecía al hermano.

El relato que viene a continuación no es ninguna película.

La mujer admitió haber asesinado a su novio por “venganza” porque, tras siete años de convivencia, y manteniéndole económicamente, un día le dijo que se iba a casar con otra.

Despechada, lo tuvo claro.

Ni corta ni perezosa le asesinó, le descuartizó y trituró sus restos en la batidora.

Al mejor estilo de Barba Azul o de Hannibal Lecter, cocinó los restos y se los ofreció como pitanza a unos trabajadores que residían en una vivienda próxima.

Un plato tradicional de arroz y carne especiada conocido como Machboos o Kabsa.

Esto ha ocurrido en Abu Dabi, en Emiratos Arabes Unidos ¡Vaya golpe!…, y los trabajadores rechupeteándose los dedos, ¿se lo imaginan?

Siempre se dice que la realidad supera la ficción; pero, sinceramente, si les cuentan esta historia en una noche oscura, sentados alrededor de una hoguera, incluido el típico sustito del gracioso de turno, ¿no exclamarían?: «…¡Qué imaginación tienes, Hannibal! «.

Pues ya saben, si alguna vez van a Abu Dabi y una novia despechada les ofrece un delicioso Machboos, casi mejor se lo piensan.

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