Una buena salud depende en buena medida de los ciclos naturales y de sus diferentes variables de tiempo, luz y temperatura, los denominados ciclos circadianos.
Los ciclos circadianos son oscilaciones de las variables biológicas a intervalos regulares. Este reloj biológico se convierte así en un eficaz sistema fisiológico que permite a los organismo vivir en armonía con los ritmos de la naturaleza.
Todos tenemos nuestro propio reloj biológico, que controla los períodos de vigilia y de sueño y regula procesos como la secreción hormonal, la temperatura corporal, la alimentación y el óptimo crecimiento de las células.
Respetando los ciclos circadianos mejoramos la salud física y mental. Una alteración de las horas de sueño, al contrario, puede afectar de manera significativa al buen funcionamiento de nuestro reloj.
La luz solar es tan importante como su ausencia. La presencia de luz es clave para llevar una buena alimentación y mantenernos activos. Durante la noche se libera la melatonina, hormona que nos induce el sueño.
Una excursión nocturna a nuestra despensa no es un buen habito. El sueño y el hambre siguen un ciclo marcado por un reloj bioquímico presente en la células que regula la acumulación de ciertas proteínas durante la noche y su degradación durante el día.
Alterar este ciclo podría suponer trastornar el horario normal de actividad de nuestros diferentes órganos, provocar algunas enfermedades como la diabetes, cambios genéticos e, incluso, acortar nuestra esperanza de vida.
Es nuestro reloj interno el que nos dice cuáles son las mejores horas para realizar una actividad o para dormir, mejorando así nuestro bienestar y desarrollo, pero no es igual para todos.
Una técnica para saberlo es la medición del ritmo circadiano mediante un sencillo análisis de sangre, de la que se extraen los monocitos, células con fuertes osicilaciones circadianas.
Entre otras ventajas, conocer el reloj biológico de una persona mejora la acción curativa y permite la ingesta innecesaria de fármacos si se administran en unas horas determinadas del día, los riesgos derivados de la alteración del sueño debido a los trabajos nocturnos, los viajes por distintas zonas horarias y los cambios en el horario civil.
La regulación de los ciclos circadianos es tan importante para nuestra salud que incluso la ONU ha recibido la propuesta de considerar la luz natural interior como un derecho y que sea obligatorio estar presente en el diseño de los nuevos edificios.