Los que vivimos en países desarrollados podemos elegir lo que comemos o, al menos, eso eso creemos. En todo caso, preferimos una dieta saludable. Es así que un buen reclamo para atraer nuestro dinero es que el producto sea 100% natural.

Ya casi nos tienen convencidos de que la comida “Bio” es más saludable y respetuosa con el medio ambiente que la convencional, lo que la convierte en un floreciente negocio, sobre todo, en los países con mayor renta per cápita. Al fin y al cabo, no todos se pueden permitir comer sano.


 

Lo verde vende

Los cultivos ecológicos crecen más de un 20% al año. Millones de héctareas en todo el mundo se dedican a la agricultura biológica, más de un 2,5% de promedio de la superficie cultivada. Las ganancias superan el PIB de la mayoría de los países y se mueven miles de millones anualmente. Según el balance global de The World of Organic Agriculture, más de 58 millones de héctareas en todo el mundo se dedican a la agricultura biológica y generan un comercio casi 90.000 millones de dólares, en comparación con las 11.000 hectáreas cultivadas en 1999 y que generaban casi 18.000 millones de dólares, siendo Oceanía la región donde se dedican más hectáreas (27,3 millones) seguida, en orden, por Europa, América Latina, Asía, América del Norte y Africa, con 1,8 millones de hectáreas.

En el top 10 de los países con mayor mercado ecológico del mundo se encuentra, en 9ª posición, España, que con casi 2 millones de hectáreas, mueve en torno a 1500 millones anuales, según informe del Instituto de Investigacion para la Agricultura Orgánica, y con un 35% encabeza la comercialización de productos en Europa, exportando casi un 75 % de lo que se produce.

No es verde todo lo que reluce

Escándalos como el de las vacas locas a finales del siglo pasado sirvieron como catalizadores para el auge de los alimentos ecológicos; sin embargo, investigaciones médicas y científicas demostraron que apenas una tercera parte de éstos estaban libres de toxicidad. Sin duda que la marca “Bio” nos evoca el ambiente rural de nuestros abuelos: tierras labradas y roturación de cultivos, huertas, un nutritivo vaso de leche con toda su nata y grasa, gallinas picoteando lombrices, patos y ocas moviéndose libremente, el trote cochinero… La comida ecológica debe pasar los mismos controles de calidad que la convencional, y hasta la fecha no hay evidencia científica que pruebe su mayor valor nutricional. Lo que sí parece evidente es que sus valores ecológicos están reservados a la clase adinerada.

Si se dejaran de emplear pesticidas, la producción mundial de cereales caería a la mitad. La prohibición del empleo de pesticidas y herbicidas en la agricultura ecológica favorece la aparición de hongos que atacan las cosechas y promueve un aumento de proteínas capaces de provocar alergias o micotoxinas con alto poder carcinógeno, lo que los hace perniciosos. Según dicen Expertos en nutrición, no se puede afirmar que estén libres de pesticidas y no existe garantía de que no contengan sustancias naturales potencialmente tóxicas como, por ejemplo, toxinas bacterianas y aflotoxinas de los mohos, y contaminantes ambientales como las cetonas y policlorobifenilos.

Se prevé que para el año 2030 será necesario alimentar a 8.500 millones de habitantes. No hay soluciones rápidas. Una de las desventajas de la agricultura ecológica es que necesita agricultores con mayor comprensión y mayor vigilancia de sus cosechas, ya que no emplean pesticidas ni herbicidas, y cantidades significativas de tiempo y energía para ejecutar los métodos y técnicas requeridos para que los cultivos sean realmente orgánicos.

                                                         

 

Hoy día, quizá, la marca “Bio” o “Eco” estén más cerca de las prácticas del mercado de la industria alimenticia de lo que hubiese deseado Alfred Howard, padre del compostaje y de la moderna agricultura ecológica, o de la filosofía del agricultor y campesino japonés Masanobu Fukuoka :

”El fin último de la agricultura no es la producción de alimentos, sino el cultivo y perfeccionamiento de los seres humanos”.

Con todo, Naciones Unidas, con el respaldo de la FAO, bajo el lema “Despierta antes de que sea demasiado tarde”, declara que, considerando que al menos 800 millones de personas pasan hambre en el mundo, la solución está en pasar de la revolución verde a una intensificación de la agricultura ecológica, ya que la agricultura convencional no ha cumplido su objetivo de paliar el hambre en el mundo. Pero, la realidad es que las multinacionales siguen comprando tierras en los países subdesarrollados y se prevé que quieran hacerse con un trozo del pastel de la agricultura biológica.

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