Gabriel Cruz, de ocho años de edad, desapareció en la comarca de Las Hortichuelas, en Almería, al sur de España, tras salir sólo de casa de su abuela paterna para dirigirse a casa de otros familiares, situada a unos pocos metros de distancia. El Niño nunca llegó a dicha casa de otros familiares, situada a unos pocos metros de distancia. El niño nunca llegó a dicha casa y se iniciaron investigaciones para dar con su paradero.

La madre del niño, Patricia Ramirez, inició una marcha para emprender la búsqueda del niño. Se le llamó «Operación Nemo», en honor al niño que soñaba con ser biólogo marino. A esta causa se sumaron unos 5.000 efectivos, 2.000 de ellos profesionales y 3.000 voluntarios, convirtiendo la búsqueda del «pescaíto» en la mayor búsqueda coordinada de un desaparecido en la historia de España.

Finalmente, el 11 de marzo de 2018, se halló el cadaver del niño en el maletero del automóvil de Ana Julia Quezada (38), natural de República Dominicana y pareja de Ángel Cruz, el padre del niño.

¿Quién es Ana Julia Quezada?

Ana Julia Quezada nació el 25 de marzo en Concepción De la Vega, República Dominicana. Abandonó su país natal en 1995 junto a su hija, Ridelca Josefina Gil Quezada, para instalarse en Burgos, España. Ya en el país, se casó y tuvo otra hija. Su hija mayor falleció a la edad de cuatro años, en 1996, al caer de una ventana de un séptimo piso de un edificio en Burgos en el que residía la familia. El caso de Ridelca se cerró como una muerte accidental, pero actualmente se reabrió el caso, ya que la policia está convencida de que Ana Julia Quezada asesinó a su hija.

En el año 2005, Quezada obtuvo el permiso de residencia en España, y la embajada de su país natal afirma que no tiene antecedentes penales.

En 2012, Ana Julia conoce a un empresario burgalés, veinte años mayor que ella, con el que establece una relación. Ese mismo año, la familia del empresario la denuncia por presunta apropiación de dinero y joyas, pero la denuncia no prosperó. Posteriormente, el empresario muere a causa de un cáncer terminal. Ella cobra 30.000 euros.

Para 2014, la asesina abandona Burgos y se establece en Níjar con su nueva pareja. Allí deciden abrir un bar para subsistir. Pero la pareja tuvo dificultades y una vez establecidos en Almería, Quezada finaliza su relación y se queda con el bar. Tiempo después conoce a Ángel Cruz, el padre de Gabriel, con quien inicia una relación hasta el momento del descubrimiento del cadaver de su hijo.

La búsqueda

Gabriel Cruz (8), salió de casa de su abuela paterna a las 15:30h aproximadamente, para ir a casa de sus primos ubicada a unos 100 metros (30 segundos de camino).

A las 18:00h , la abuela del niño se dirige a la casa de los familiares en su búsqueda. Ellos confirman que Gabriel no estuvo allí en toda la tarde. Se le avisa a los padres del niño, que no se encontraban en la localidad, e inician una búsqueda junto a los vecinos. Unas cinco horas después de la desaparición de Gabriel Cruz (20:30h), la familia desesperada acude a las autoridades.

Se estableció un dispositivo de búsqueda y se peinó la población.

El Niño desapareció en Las Hortichuelas, una población de menos de 100 habitantes, ubicada en pleno parque natural del Cabo de Gata. La búsqueda se extendió en un radio de seis kilómetros partiendo desde la casa de la abuela de Gabriel, y luego a doce kilómetros más para llegar a lugares específicos como pozos, minas antiguas y casas deshabitadas. Incluso un equipo de buzos buscó el cuerpo de Gabriel en toda la zona. En total, se rastrearon 625 kilómetros y más de 500 puntos.

Cuatro días más tarde, Ana Julia Quezada dijo haber encontrado una camisa perteneciente al niño, a unos 4 kilómetros de Las Hortichuelas. Para ello, tendría que haber atravesado un terreno e introducirse a un barranco, algo que llamó la atención de los investigadores, después de todo, ella misma le habría dicho a Ángel para buscar por aquella zona.

Ana Julia Quezada desde el principio de la investigación fue considerada como sospechosa, por tal motivo se le sometió a una estrecha vigilancia secreta.

El 11 de marzo de 2018, Ana Julia se dirigió a una finca en Rodalquilar, donde ella y el padre del niño estaban asentando su vivienda. Allí, los agentes vieron como ella sacaba del jardín unos tablones, unas rocas y un cuerpo que correspondía con la descripción de Gabriel, lo metió en su maletero y salió de Almería. Cuando entraba en La Puebla del Vícar, el lugar donde vivía, la Guardia Civil la detuvo y sacó el cadaver del automóvil.

Una multitud se hizo presente y solo se escuchaban insultas y peticiones de muerte a la asesina.

La confesión

Ana Julia Quezada se declaró inocente al momento de su detención. Dos días más tarde, tras hablar con su abogada, confesó durante dos horas el homicidio de Gabriel Cruz Ramírez.

Explicó que el niño se subió con ella en el automóvil porque le sugirió ir a pintar la casa de la finca en Rodalquilar, a 4 kilómetros de distancia de la casa de la abuela paterna. Según la versión de Quezada, El niño habría tomado un hacha para jugar, y ella le había pedido que la dejara porque podía hacerse daño. A partir de ahí, el relato contado por la defensa plantea que el niño entró en la vivienda y que le dijo que se callara, que siempre le estaba diciendo que hacer, que quería que su padre estuviera con su madre y no con ella, y se negó a soltar el hacha. La defensa de la acusada reitera que ella intentó quitarle el hacha y llegó a taparle la boca para que no la insultara más, y tras unos momento se el niño ya no respiraba.

Sin embargo, la fiscalía insiste es que se trató de un crimen premeditado y a sangre fría. Se deshizo de las ropas del niño a 30 kilómetros del lugar donde fue hallado el cadaver. La fiscalía demostró que ella le administraba al padre de niño dosis altas de un ansiolítico, para «calmarlo y hacer que se olvidara del tema». Le insistió a su pareja para irse del país pero él se negó.

Actualmente se encuentra en espera del juicio. La fiscalía pide prisión permanentemente revisable.

El pasado 31 de diciembre intentó suicidarse con un cuchillo tras su traslado a una celda de aislamiento producto de una discusión con otra reclusa.

 

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