Luego de que su nombre estuviera en los titulares del mundo debido a su particular intento de fuga, el reconocido narcotraficante brasileño Clauvino da Silva fue encontrado muerto en la celda a la que había sido trasladado.
Por su muerte, la Secretaría Estatal de Administración Penitenciaria de Brasil (Seap) ha abierto una investigación para determinar si fue suicidio o si el hombre de 42 años fue asesinado.
Da Silva, quien en los bajos mundos se le conocía como Baixinho (“Bajito” en español) fue encontrado ahorcado en su celda. El hombre cumplía una sentencia de 73 años de prisión por narcotráfico y crimen organizado.
El pasado sábado 3 de agosto, da Silva intentó escapar del centro penitenciario de alta seguridad “Bangu 3” de Río de Janeiro y para ello, el hombre se vistió de su hija de 19 años, quien había ido a visitarle.
Da Silva habría sido ayudado por una mujer embaraza, quien por su estado no fue examinada con rayos X y pudo ingresar a la penitenciaría la peluca y la máscara de silicón que recreaba el rostro de la adolescente.
Por el plan fallido, también detuvieron a otros seis cómplices, un grupo de mujeres que habría intentado ocultar a Da Silva mientras pasaba por seguridad para salir de la cárcel sin ser avistado por los oficiales de turno.
De acuerdo a funcionarios presentes, Da Silva, no obstante, fue identificado pues se le habría notado bastante nervioso mientras realizaba su intento de fuga.
Ana Gabriele Leandro da Silva, la hija del fallecido recluso, ya tiene una causa abierta en la justicia brasileña por “facilitación de fuga” de su padre, quien la dejó en la celda el día del frustrado escape.
Clauvino da Silva fue un notorio narcotraficante brasileño, líder de la banda “Comando Rojo” y quien logró escaparse en el 2013 junto a otros 30 presos de las unidades a través del sistema de alcantarillas.
No obstante, da Silva fue recapturado un mes después.
De acuerdo a expertos en el sistema penitenciario del país suramericano, al año son asesinados cientos de reclusos en Brasil. La mayoría de estas muertes suceden, no obstante, en enfrentamientos entre bandas que disputan el control del mercado y de las rutas de exportación de cocaína.
A finales del pasado mes de julio, se realizó uno de los motines más grandes de la historia penitenciaria de Brasil, donde 57 personas fallecieron en enfrentamientos entre pandillas en una prisión de Pará.
En la revuelta, al menos 16 de los reclusos perdieron la vida decapitados, mientras que otros fallecieron producto de asfixia por un incendio provocado.