El líder de la Iglesia Católica en Cuba, el cardenal Jaime Ortega, murió este viernes, 26 de julio, en La Habana a los 82 años de edad a causa de un cáncer en el hígado.
“Acaba de fallecer a las 6:16 de la mañana de hoy el Cardenal”, dijo por teléfono a Reuters su secretario personal, Nelson Crespo, quien lo asistió permanentemente durante su enfermedad.
El cardenal Ortega fue el mediador en los acercamientos entre los gobiernos de Cuba y EE.UU. encabezados por Raúl Castro y el expresidente demócrata, Barack Obama, que llevaron al restablecimiento formal de las relaciones en julio de 2015 tras décadas de hostilidad.
En sus 35 años como arzobispo de La Habana, y a medida que se suavizaba la postura de Castro hacia la Iglesia Católica, su visibilidad y poder se consolidó y logró construir una relación laboral con el gobierno gracias en parte a un estilo conciliador.
Funcionarios eclesiásticos dijeron que el trabajo de Ortega se centró en defender principios básicos como la libertad religiosa y el bienestar de todos los cubanos, no promover una agenda política partidista.
El religioso estuvo ocho meses en un campo de trabajos forzados entre 1966 y 1967, una experiencia que, a su juicio, le enseñó mucho sobre la vida.
Asimismo, Ortega estuvo detenido en un campo de trabajos forzados en los años 60 cuando el gobierno de Fidel Castro aumentó su presión sobre figuras religiosas y otros enemigos ideológicos, se convirtió en arzobispo de La Habana en 1981, en un momento en que Cuba aún era oficialmente un país ateo.
Ortega también recibió a tres papas y negoció la liberación de decenas de presos políticos en 2010 y 2011.
Negó la solicitud de las Damas de Blanco de apoyarlas como grupo opositor cuando decidieron continuar protestando por el fin del encarcelamiento de los presos políticos, incluso después de la liberación de sus esposos e hijos arrestados durante una campaña de represión en en el 2003.
Ortega estudió teología en Quebec y se convirtió en párroco a mediados de los 60 en la ciudad de Jagüey Grande, su tierra natal, ubicada en la provincia de Matanzas. También estuvo a cargo de parroquias vecinas debido a la escasez de sacerdotes.
Algunos de sus críticos dicen que abandonó a las víctimas de la opresión y que se volvió demasiado complaciente con el gobierno a cambio de ciertas dosis de poder.