Plástico fácil de digerir
Un estudio analizó las heces de individuos de diferentes países y encontró microplástico, lo que evidencia que desde el mar, y por otras vías, pasan a la cadena alimenticia y llegan hasta nuestro intestino después de haber sido descompuestos por los ácidos en el aparato digestivo En concreto, en el estudio mencionado, se encontraron entre 18 y 172 partículas diferentes por cada 10 gramos de heces, y se determinó que mayormente son materiales empleados en la fabricación de plástico convencionales del tipo PET, polietileno tereftalato, muy usado para envases de bebidas y téxtiles, el plástico más usado del mundo.
El PET es una resina reciclable que, según Greenpeace, es beneficiosa para reducir los riesgos de contaminación medioambienta.
Sin embargo, esta cualidad puede ser crítica para nuestra salud, ya que de ella se desprenden partículas que pueden pasar al alimento envasado, o bien desde la deriva marina pasar a la cadena alimenticia.
Riesgos de la ingesta de plástico
Aún no se puede determinar cuáles son los riesgos y el impacto para la salud ya que ni siquiera se cuenta con una definición exacta de qué es “microplástico” o que són los “residuos plásticos”, ni cuál es la dimensión global en el mundo de su ingesta.
Según un estudio de la Food and Drugs Administration de EEUU, las secuelas para la salud por la ingesta prolongada de plástico van desde afecciones respitatorias hasta problemas en el desarrollo de los fetos en las mujeres embarazadas. ¿De dónde viene el plástico que ingerimos? Aunque ya venía usándose un producto natural, a principios del siglo pasado se inventó un nuevo producto plástico artificial, la baquelita.
Se generalizó su uso para todo tipo de objetos y hoy día es casi omnipresente, es raro mirar a nuestro alrededor sin ver algún objeto que no sea completa o parcialmente de plástico.
El plástico es un material que se puede fabricar en grandes cantidades y a bajo coste, y ayuda a la sostenibilidad de otras materias primas naturales no renovables.
Un santo y seña de la sociedad de “usar y tirar”. Alegremente lo tiramos al cubo de la basura.
Lo siguiente que sabemos es a través de imágenes o fotografías en las pantallas digitales de nuestros dispositivos, fabricados con materiales plásticos, sin ser conscientes de que éstos flotan a la deriva en el océano y regresan a nuestros estómagos.
Esos plásticos que flotan libremente en el agua, o descansando en el fondo marino, con el tiempo se descomponen en microplásticos que pueden ser ingeridos por la fauna marina de la que nos alimentamos. Después le echamos nuestras redes, la procesamos y la servimos en nuestra mesa, o cocinamos también a sus depredadores. Pero no es la única vía.
Usamos plástico para fabricar abonos, fertilizantes o insecticidas. Mientras nos tomamos confiados una cerveza, quizás este fluido fermentado lleve en disolución microplásticos.
¿Qué se puede hacer? De momento disminuir el consumo de plásticos, el reciclaje, sustituirlo por otros productos o, como ya se viene haciendo desde algún tiempo, fiscalizar el plástico, un pequeño impuesto por cada bolsa de plástico en la que llevamos nuestra compra.