«Cierro los ojos y veo lo mismo, el pozo», fueron las duras palabras del padre del pequeño Julen, que falleció tras caer por un pozo de 28 centímetros de diámetro y más de 100 metros de profundidad en una finca de Totalán.
Los padres y el resto de la familia del menor están desolados, y no es para menos.
Sus amigos intentan hacerles pensar en otra cosa, distraerles; pero es imposible, es demasiado duro y reciente lo que ha pasado.
Ahora, José Roselló, padre del niño, ha querido romper su silencio, concediendo una entrevista al Diario Sur. La última vez que habló para los medios de comunicación fue cuando, en pleno rescate del niño, criticó la falta de medios.
Poco después, quiso aclarar que se refería a las dificultades técnicas, nunca a la labor humana, que fue excelente.
Roselló no quería que esa fuese la última imagen que quedara de él en el recuerdo de la gente; ahora quiere agradecer todos los medios brindados a su familia y el gran apoyo recibido.
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No puede apartar el pozo de su mente
Comenzó contando que Vicky, su mujer, y él, tienen que pasar los días en casa de un amigo, ya que la casa en la que viven se les cae encima, solo van para dormir; son demasiados recuerdos: «Entras en la habitación y ves los muñecos, las pelotas.», ha dicho.
Es muy difícil la vida sin Julen.
También confesó que una imagen recurrente acude a su mente cada vez que cierra los ojos: ese pozo y su hijo de dos años y medio cayendo por el agujero.
Jose se maldice a sí mismo y a ese día.
«Y me maldigo –continuó–, maldigo ese día. En qué mala hora fui yo allí… Ya no volveré a ir al campo. Ni me comeré más un plato de paella».
Una trágica historia que se repite
Ya habían perdido a su primogénito: Oliver, que murió de un infarto en 2017. José contó que vivían en casa de la familia de él cuando falleció, pero ante tantos recuerdos del pequeño tuvieron que abandonar el que había sido su hogar. Ahora la historia se repite.
Además, la casa donde viven actualmente es de una tía de su mujer, porque, según las propias palabras de José: «nosotros no tenemos ni donde caernos».
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Él, que tiene 29 años, trabaja de feriante con su tío y la madre de Julen, de la misma edad, en un McDonald’s, aunque ahora está de baja.
Roselló quiso expresar que, aunque nadie pueda quitarles el inmenso dolor que sienten, él y su mujer agradecen profundamente todas las muestras de cariño y apoyo recibidas, que les han hecho sentirse muy arropados.
También dijo que han leído emocionados todos los mensajes que les han llegado desde España y otros países. Asegura que conservan una bandera de Asturias, en honor de los mineros que participaron en el rescate; también tenían otra de la Guardia Civil, otros grandes colaboradores, pero esa «se la ha llevado Julen».
Terminó comunicando que no quería más entrevistas, su única intención era la de dar las gracias.