El 9 de noviembre de 1914 nació, en Viena, Hedwig Eva Maria Kiesler, actriz de cine que protagonizó en 1933 el primer desnudo y simulación de un orgasmo en la pantalla.
La película del director checo Gustav Machaty fue una de las primeras de la historia del cine en las que se habló de la infidelidad de una mujer. La película, «Extasis o Simfonía del amor», fue un escándalo en su época, mostraba el rostro de la actriz mientras fingía el orgasmo, por lo que fue condenada por la Liga de la Decencia y por el Papa Pío XI.
Hedwig Kiesler, de ascendencia judía y casada con un ingeniero austriaco adepto al nazismo, huyó a París de su marido. Allí conoció al presidente de la Metro Golden-Mayer, y de su mano llegó a Hollywood en 1937.
Con el nombre artístico Hedy Lamarr, trabajó con importantes directores de la época e intervino en multitud de películas de la que fue protagonista, entre ellas, interpretó a la célebre mujer fatal filistea “Dalila”, a las ordenes del director Cecil B. De Mille.
Pronto le aburrió el cine, por el que había abandonado sus estudios de ingeniera. Por fortuna volvió a retomarlos y renovó su interés por las ciencias aplicadas, compaginado con su carrera artística.
Hedy Lamarr conoció al compositor y pianista George Antheil, que compartía sus mismos intereses, y un pionero de la música mecanizada y la sincronización automática de instrumentos.
Durante la segunda guerra mundial, los aliados necesitaban un sistema que hiciera a sus torpedos teledirigidos por radio indetectables. No dejaron pasar la ocasión y Lamarr y Antheril se les ocurrió aplicar el principio de la pianola.
El sistema consistía en emplesr rollos de papel perforado y que la frecuencia de la comunicación saltase entre 88 valores diferentes, que es el número de teclas de un piano.
La secuencia de esos saltos sólo podía conocerla quien tuviese la clave, lo que permitiría que el sistema no fuese detectado.
El fundamento del método era una técnica de modulación de frecuencias, base de nuestras modernas telecomunicaciones.
Si se podía hacer que el transmisor y el receptor saltaran simultáneamente de frecuencia a frecuencia, entonces cualquiera que intentara interrumpir la señal no sabría donde estaría el torpedo.
El 11 de agosto 1942 inscribieron la patente de su nuevo método de comunicación. El 1 de octubre se publicó en el New York Times la noticia de un nuevo sistema antidetección que no tenía aplicación.
La razón era que para que funcionara, necesitaba pasar de un sistema mecánico a un sistema electrónico, y el gobierno en aquella época no alcanzaba a comprender el concepto de «comunicación inalámbrica”.
Otra razón que se apunta por la que no se aplicó entonces su invento fue que Hedy Lamarr, en su faceta de actriz, estaba consideraba “la mujer más bella del mundo”, y en la época no se concebía que la bella y hermosa actriz pudiera ser una mujer inteligente.
La patente se inscribió con el número 2.292. 387, con el título “Sistema de comunicación secreta”. Patentó el invento bajo el nombre de H. K. Markey et al.; H y K por Hedwig Kiesler, y Markey era su apellido de casada por aquel entonces, por lo que su invento no se vio reconocido hasta que la empresa Sylvania Electronics consiguió crear el sistema que hacía funcionar el invento, cuyo equipo de ingenieros reconocieron la paternidad de la patente a sus inventores.
La primera vez que se usó el invento de Lamarr fue en 1962, durante la crisis de los misiles, en Cuba, después se usó en Vietnam y en los satélites militares estadounidenses.
A partir de los años 1980 se inició su uso en la ingeniera civil.
Hedy Lamarr, junto a George Antheil, habían inventado un sistema de comunicación que era el fundamento del GPS, del WiFi, el Bluetooth y otras tecnologías en uso actualmente.
Pero no sólo este sistema, era una inventora sin freno, patentó otros muchos inventos, como una versión mejorada de los semáforos y una pastilla para crear una bebida gaseosa.
Definitivamente, si la actriz Hedy Lamarr ha pasado a la historia como una de las chicas más guapas del mundo, la vienesa Hedwig Keisler nunca tuvo el mismo reconocimiento social que merecía su invento y que ha revolucionado la forma en la que nos comunicamos con el mundo, salvo que, coincidiendo con el día de su nacimiento, el 9 de noviembre, se celebra el “Día del Inventor”.