De acuerdo a la Oficina Nacional de Estadísticas, la economía de Reino Unido, un país históricamente estable, se ha contraído en un 0,2 % en el segundo trimestre del año en curso por primera vez en siete años, alentando temores de una recesión.

La información se dio a conocer este viernes 9 de agosto y ha tomado por sorpresa a los analistas y economistas de la isla europea, quienes esperaban un estancamiento con crecimiento del 0 % luego de la leve subida del PIB del 0,5 % durante el trimestre anterior.

La razón de la contracción económica inglesa sería la creciente incertidumbre sobre la salida de Reino Unido de la Unión Europea, plan que hasta el momento no cuenta con acuerdos, y que ha afectado las inversiones.

Lo que podría explicar el crecimiento entre Enero y Marzo, pues entonces el Brexit estaba fijado para el pasado 31 de marzo.

De acuerdo a Rob Kent-Smith, responsable de la ONS, la producción manufacturera retrocedió entre Abril y Junio, luego de la extensión del Brexit hasta finales de Octubre, al tiempo que se debilitaba la actividad de construcción y el sector de los servicios apenas generó una expansión del 0,1 %, la más débil en tres años.

Asimismo, la industria de producción de bienes también sufrió una caída de la actividad del 1,4 %, los números más altos desde finales de 2012.

A pesar de las estadísticas que vive Reino Unido y una posible recesión en el horizonte (de repetirse una caída del PIB para el próximo trimestre), el nuevo Primer Ministro británico y líder tory, Boris Johnson, continúa con su retórica separatista y busca, por todos los medios, sacar al país de la Unión Europea, con o sin acuerdo.

Esto, por supuesto, podría no ser una buena idea tomando en cuenta la ralentización económica mundial como consecuencia de la Guerra Comercial entre China y Estados Unidos.

“Este es un período desafiante en toda la economía mundial, con un crecimiento lento en muchos países”, señaló el ministro de Economía, Sajid Javid como advertencia a Johnson, quien estaría buscando partidas de gasto en el sector público y bajadas de impuestos.

Inversores estarían de acuerdo, pues especulan que una salida de la UE, sin acuerdo además, podría representar un impacto a la economía mundial, provocar una recesión en Londres, agitaría los mercados financieros y debilitaría la posición de la ciudad como centro financiero.

Por su parte, el Banco de Inglaterra predijo que el leve crecimiento del primer trimestre solo sería temporal y ha augurado una caída del 1,3 % para todo el año.

Desde la votación en junio de 2016, la economía británica se ha desacelerado, con tasas de crecimiento anual por debajo del 2 %. La excepción fue la expansión del 1,4 % el año pasado.

Asimismo, desde 2016, la cotización de la libra esterlina ha estado muy condicionada por el Brexit y es que después de que fuera anunciado el resultado del referéndum, la moneda tuvo la mayor caída en un solo día desde la introducción de la economía liberada a principios de los 70 y alcanzó su punto más bajo desde 1985.

No obstante, Javid también señaló que es posible hacer frente a las dificultades de manera relativamente sencilla, pues “los fundamentos de la economía británica son fuertes: los salarios están creciendo, el empleo está en un nivel récord y se pronostica un crecimiento más rápido que Alemania, Italia y Japón este año».

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