No es que queramos ser aguafiestas. Aún estaremos con esa resaca de la bienvenida al nuevo año, en la que hemos compartido nuestros mejores deseos de paz y prosperidad. Nuestras creencias y supersticiones muchas veces nos sirven de antídoto y nos colocan en un plano superior al de la cruda realidad. Queremos creer que todo va a ir mejor, que, por la providencia de algún ente superior, lo cabal se va a apoderar de nuestra mente y las cosas serán como pensamos que debieran ser.

Después de la fiesta, y con nuestra conciencia aún un pelín alterada, ponemos el pié en el suelo y empezamos a deambular buscando la mejor senda posible que nos ponga en el buen camino para iniciar el año.

Nos han engañado tantas veces que nos confiamos y ponemos nuestras esperanzas en augures que, con un variado repertorio de ritos mágicos, nos muestren esa senda y los designios que nos deparará el camino, por más que la gente cabal nos diga que eso no son más que fruslerías. 

Uno de los más célebres augures, o agorero, según se mire, fue un Médico y Astrólogo francés de origen judio y de nombre Michel de Nôtre-Dame, latinizado como «Nostradamus«.

Nostradamus profetizaba desastres y catástrofes

Como es habitual, después del último sorbo de un buen café, me concentro por un instante en el fondo de la taza y lo que veo es eso, unas finísimas partículas de color negro humedecidas; pero, hay quien mirándolas se queda traspuesto. Cuentan que Nostradamus, por ejemplo, concentrado en el agua de un cuenco, podía ver todo tipo de desastres y calamidades futuras.

Los expertos que interpretan sus profecías nos dicen con admiración que, en verdad, muchos de aquellos desastres y calamidades que vaticinó, y que habrían de ocurrir mucho tiempo después de su muerte, por los siglos de los siglos, se han ido cumpliendo.

Catástrofes de nuestro tiempo reciente como Hiroshima, la erupción del Vesubio, la Segunda Guerra Mundial Europea o las Torres Gemelas, entre otras, fueron profetizadas por el Astrólogo francés en el siglo XVI y recopiladas en su obra “Les Prophéties”.

Reflexionando sobre ello, si tenemos que creer en esas profecías y sus interpretaciones, este año 2019 que se inicia no parece que nos depare nada bueno, como se dice en el argot: “¡agárrate los machos!”.

Cuántas veces nos atemorizaron con ese constructo colectivo de la amenaza nuclear y sus radiactivas consecuencias. Cuando sonaba la alarma corríamos despavoridos a meternos debajo de una mesa o al bunker que nos habíamos fabricado con todo tipo de comidades. Quizás para los más jóvenes no sean más que cuentos de viejas que les estimule alguna que otra risita; pero, no se lo tomen a broma.

                                                          

Será mejor que se equivoque Nostradamus.

Según su profecía, será en este año cuando se inicie la tan otrora cacareada Tercera Guerra Mundial, con la desaparición incluso de varias ciudades emblemáticas. Parece que lideres mundiales como Trump, Putin y Kim Jong-un están detrás de la profecía.

Recuerdan años atrás la profecía de Malaquías. Según rezaba, tras un breve pontificado de 33 días, el segundo Papa a continuación sería el último de la Iglesia. Para alivio de muchos, Ratzinger no fue el último. Es con el Papa Francisco, según profetizó Nostradamus, cuando la Iglesia conocerá el fin de sus días, y ocurrirá en este año.

Siguiendo con sus profecías, en Oriente Próximo las cosas se caldean. Parece como que los Cruzados y el Islam nunca vayan a hacer las paces. Fuertes conflictos entre las culturas monoteístas se ciernen, sobre todo, en forma de atentados terroristas.

La madre naturaleza no se queda atrás. En 2019, un temible cataclismo se cierne sobre Estados Unidos. Quién sabe, tal vez se trate del célebre “Big One”, un terremoto de magnitud 10 en la Escala de Richter, una auténtica arma de destrucción masiva. Y aún hay más. Nos abrasaremos bajo los efectos de la radiación solar, por los rayos solares que se colarán por el Agujero de Ozono, y una nueva erupción del volcán Vesubio amenaza la apacible vida cotidiana de los italianos.

Las cosas no parece que vengan bien dadas, aunque, para alivio de muchos, no todo serán desastres y calamidades en 2019.

Esta primera gustará menos, los padres tendrán que obtener una licencia para ejercer como tales, dejaremos de pagar impuestos, los ricos se arruinarán, nuestra esperanza de vida podría aumentar hasta los 200 años, se hallará remedio para enfermedades ahora incurables, desaparecerán las barreras idiomáticas, nos podremos comunicar de nuevas maneras con nuestras mascotas… Pero, será mejor que no nos hagamos demasiadas ilusiones.

Es inquietante pensar que, Nostradamus, esté considerado el mejor vidente de la historia por su gran cantidad de aciertos, ¡90%! A través de cuartetos en verso, profetizaba lo que habría de ocurrir en 2019 de una manera así de expresiva:

“Grandes piedras incandescentes caerán del cielo e impactarán con la Tierra. La Luna quedará cegada y dos grandes Soles se verán desde la Tierra, preludio de grandes desastres y catástrofes”.

Se refería el Astrólogo a un enorme meteorito que se aproxima y chocará contra la Tierra; pero, tranquilos, qué no cunda el pánico si algún día de éstos ven el cielo un par de soles, según sus profecías el mundo no se acabará hasta el año 3797.

En fin, no sé cómo lo verán ustedes, tal vez aún nos quedé una última esperanza… ¿ Se cumplieron sus profecías en 2018?

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here