Seguimos produciendo dióxido de carbono y otros gases de invernadero. En la últimas décadas el calentamiento global ha ido en aumento. El pasado 2018 fue el más cálido y se prevé que 2019 los sea aún más. 

Sin embargo, la temperatura ambiente no es tan alta como cabría esperar según se deduce de la teoría científica. Tres cuartas partes de nuestro planeta son agua que absorbe una gran cantidad de dióxido de carbono y buena parte del calor que los científicos calculan debiera estar en el aire circundante, aumentado el efecto invernadero
 


Debido al aumento de la temperatura en el agua oceánica, no es de extrañar que huracanes, tifones y otras tormentas tropicales sean cada vez más frecuentes y de mayor actividad, y aún lo serán más de seguir al mismo ritmo el calentamiento global. También ésto podría explicar los desarreglos meteorológicos que sufrimos, así como las olas de frío intenso, como las recientes en Estados Unidos que han bajado los termómetros casí hasta -50º centígrados, tanto o más frío que en la Antártida. 

Una reciente investigación publicada en Nature advierte que para finales de este siglo puede cambiar la tonalidad del océano, sirviendo de indicador del cambio climático. El agua adsorbe menos la luz ultravioleta y la refleja, por eso vemos el agua azul. El calentamiento del agua provoca un aumento del fitoplacton, que refleja distinto color según el tipo de que se trate. Por lo general refleja el verde, pero también es abundante en diatomeas que reflejan el azul, por lo que según se distribuya el fitoplacton en el océano así destacará un color u otro.
 


Pero imagínese ahora las cuencas oceánicas como en una olla al fuego y el agua en ebullición hirviendo a borbotones, o que sea tal el calor que los puentes de Van deer Wals no soporten la presión y se rompan, y del agua se separen, cada uno por su lado, el hidrógeno y el oxígeno, ¿lo cree posible? 

La atmósfera de Venus es 90 veces más densa que la nuestra. En el cielo nocturno tenemos una visión romántica del planeta como si de una estrella errante se tratara, pero la realidad es otra. Venus es un infierno por sus altas temperaturas a causa del dióxido de carbono atrapado en su atmósfera. 
 

Según los científicos, es posible que en un pasado Venus albergara vida y agua. Quizá en esas condiciones hubiesen resistido el capitán Spok y sus paisanos. Debemos deducir pues que Star Treck se desarrollaba en un futuro pasado, de otro modo cómo se las apañaría Spok para soportar el calor, o para lucir ese azulado tipo Na’vi, cuando más bien se nos antoja que debiera estar rojo como un tomate.
 
Siempre nos referimos a cálculos teóricos que hacen los científicos. Después todo es de los más impresible. Igual estamos pensando que nos vamos a freír en un futuro infierno al estilo venusiano, y de buenas a primeras nos revienta un meteorito como el impactó Yucatán y acabó con los dinosaurios.

De aquí en  5.000 millones de años pueden ocurrir muchas cosas. También sabemos que nuestro Sol es inflacionario y va camino de convertirse en una Gigante Roja. En ese camino irá comiéndose los planetas más próximos y la temperaturas aumentarán en los que aún queden más alejados. 
 


Mientras tanto los desastres medioambientales continúan. La alta evaporación del agua que provoca el calentamiento global, unido a la sobreexplotación del agua, está secando la mayoría de los lagos. Los más afectados son los endorréicos, lagos cerrados o mares interiores alimentados por la escorrentía natural de los ríos, pero que no tienen desagüe, lo que provoca sequías y en algunos casos desastres humanitarios. 

El mar Aral al sur de Kazajistan, en Asia Central, es un ejemplo de sobreexplotación por una mala planificación de los proyectos de irrigación, y lo mismo ocurre con el lago Urmia, en Irán, por la sobreexplotación de los pozos para la irrigación. 
 


Un tercer factor es la sobreexplotación minera, como ocurre en el lago Poopo, el mayor de Bolivia, declarado por el gobierno “zona de desastre”, o el lago Poyang, en Shangái, el mayor lago de agua dulce y la mayor mina de arena mundial, que se seca durante varios meses al año. 

El resultado es que estamos acabando con las grandes reservas de agua dulce que son los lagos, lo que puede ser causa a su vez de sequías que provoquen migraciones forzadas de las poblaciones que dependen de estos recursos hídricos

Los desastres medioambientales como las inundaciones y las tormentas provocan el desplazamiento de casi 4 veces más personas, contadas por millones, que los conflictos políticos y bélicos, y eso sin tener en cuenta las migraciones por las sequías. Casi 2.500 millones de personas desarrollan su vida diaria en zonas donde la demanda de agua potable excede a la disponible o a la que puede restituir la naturaleza. 
 
Debemos darle la importancia que tiene. En 2019, por tecer año consecutivo, se ha declarado al cambio climático como la mayor amenaza para la economía global y para la subsistencia de la humanidad.

 

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