Esta idea resulta aterradora, pero es una opción que se está investigando profundamente.

En general, los niños y niñas están en una etapa del desarrollo del sistema inmunológico donde los hace proclive a ciertas enfermedades hasta la adquisición de inmunidad específica para cada cuerpo extraño o patógeno.

En el caso del COVID-19, surgió la tesis de que, por suerte, los niños no eran proclive a desarrollar los síntomas del virus dado que no tenía un antígeno que servía como vehículo y, en consecuencia, limitaban la fijación del virus a sus células.

Esta idea no es del todo cierta. Aunque, en la experiencia de Wuhan y otras regiones, los infantes parecían salvarse de la epidemia; la realidad, es que los niños y niñas pueden caer enfermos con el COVID-19.

Relativa imitación del COVID-19 en niños

Aun así, en países con alta tasa de infectados como EEUU, China y España, sólo un promedio del 2% de éstos son jóvenes menores de 18 años. Por lo que la tesis tiene algo de lógica. Mientras tanto, la postura consensuada es que el virus afecta a los niños con menor frecuencia y menor gravedad que a los adultos.

No hay postura oficial sobre el origen de la relativa protección de los niños ante el virus. Pero, hay varias teorías. Una relacionada con la calidad de los linfocitos B. Otra habla sobre los supuestos efectos de las vacunas diseñadas para combatir otras enfermedades virales (como el sarampión). La última, sobre el antígeno ACE2.

Síndrome Multisistémico Inflamatorio Pediátrico

Desde el mes de marzo, se han agudizado la observación de síntomas e historiales médicos de cualquier paciente y la población en general, como una política de salud de los países adscritos a la OMS. Cualquier irregularidad atípica, que pueda constituir una novedad relacionado al COVID-19 es informada e investigada.

Desde la última quincena de mayo del 2020, llama la atención la llegada a los hospitales (norteamericanos, europeos y asiáticos) de niños gravemente enfermos presentando fiebre y dolor abdominal. Una parte de ellos, con sarpullidos, presión baja y con labios y ojos enrojecidos.

Han nombrado a esta enfermedad Síndrome Multisistémico Inflamatorio Pediátrico (SMIP o MIC-S en inglés).

Es una respuesta errónea y descontrolada del sistema inmune, que se piensa, puede ser consecuencia del COVID-19.  Sin embargo, los científicos no han encontrado evidencias definitivas que sugiera esta causalidad.

Muchos niños con esta enfermedad, tienen el virus COVID-19 o sus anticuerpos, pero no en todos los casos. Esto se ve hasta en niños y niñas que antes no presentaron síntomas evidentes (por lo menos ante sus padres) de la enfermedad COVID-19.

Hasta el momento, se parte una correlación estadística. Son muchas interrogantes la que surgen entre médicos y biólogos, como si afecta también a los adultos, y por qué afecta sólo algunos niños y otros no o sobre el origen de la respuesta inmune abrumadora y autodestructiva.

Aún falta muchos datos por conocer, pero manejar esta información desde muy temprano, es la diferencia entre el aumento de las cifras de infectados y fallecidos o la salvación.

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