Hasta hace tres años, el desierto de Atacama era uno de los lugares más áridos y secos del planeta. No obstante, debido a los fuertes efectos del cambio climático y el calentamiento global, se han registrado fenómenos meteorológicos únicos en esta parte del planeta que aumentan progresivamente.
El Desierto de Atacama
Atacama, el desierto no polar más árido de Chile, abarca unos 105.000 kilómetros cuadrados y es identificado como uno de los lugares más secos del planeta. Se extiende por el Norte Grande de Chile y abarca las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta y el norte de la Coquimbo. Cubre una superficie de aproximadamente 105.000 kilómetros cuadrados, además, posee una longitud de casi 1600 kilómetros y un ancho de 180 kilómetros. Limita al oeste por el océano Pacífico y al este por la cordillera de los Andes.
Por al menos 500 años su corazón hiperárido había permanecido sin conocer una sola gota de agua. De ser posible medir las precipitaciones más frecuentes en Atacama, tendrían un aproximado de 1 mm, las más altas que se habían registrado no superaban los 4mm, y esto sucedía cada 15 a 40 años. Incluso se han registrado períodos de hasta 400 años sin lluvias en su sector Central.
No obstante, producto de los cambios climáticos, la precipitación media anual del Desierto de Atacama ha aumentado mucho su registro, en una orden de magnitud de hasta 40 mm. Esto, ha generado un fenómeno tan inusual que llamó la atención de diversas instituciones y que, incluso, logró un espacio dentro de la revista Nature. Se trata de una ‘extinción masiva’ de la diversidad de los ecosistemas microbianos existentes en Atacama producto de las lluvias. Además, estos ecosistemas poseen especial relevancia porque podrían explicar el fin de la vida en Marte.
La lluvia no es buena en Atacama
Los investigadores involucrados en el estudio analizaron el impacto de las precipitaciones en el núcleo de Atacama. ‘»En 2015, se registraron dos eventos de lluvia importantes el 25 de marzo y el 9 de agosto; y en 2017 se registró otra el 7 de junio», dice el documento.
«Estos eventos de lluvia de 2015 y 2017 se originaron porque una gran cantidad de nubes ingresaron a Atacama desde el Océano Pacífico (desde el oeste) durante los últimos días de otoño, un fenómeno sin precedentes que se produjo dos veces en un período de sólo tres años. Incluyendo otros eventos de lluvias menores en el medio, durante el período 2015-2017, la precipitación anual promedio alcanzó valores de un orden de magnitud más altos que los habituales para la región, hasta 40 mm / m2. Los modelos climáticos sugieren que eventos de lluvia similares podrían ocurrir una vez cada siglo, sin embargo, no hay registros de eventos de lluvia similares durante al menos los últimos 500 años», establecen en el documento del estudio.
Esta situación inusual, lejos de transformarse en el nacimiento de nueva vida en Atacama, derivó en una inmensa devastación de los únicos habitantes del lugar, los microbios. Según el estudio, entre el 75% y el 87% de las especies que se reportaron en las lagunas inspeccionadas, desaparecieron. Sólo dos de cada cuatro especies de bacterias, en promedio, fueron capaces de sobrevivir a las lluvias.
«Nuestro grupo ha descubierto que, contrariamente a lo que cabría esperar intuitivamente, el aporte de agua no ha supuesto un florecimiento de la vida en Atacama, sino que por el contrario las lluvias han causado una enorme devastación en las especies microbianas que habitaban estos lugares antes de las precipitaciones», explicó Armando Azúa-Bustos, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), para el diario español ABC.
La relación con Marte
«Nuestros resultados del Desierto de Atacama también sugieren un posible camino para la evolución microbiológica en Marte», es lo que establecen las conclusiones del estudio. Los investigadores ven en Atacama un gran avance y un terreno idóneo para comprender el funcionamiento de la microbiología en lugares extremadamente áridos.
Según se explica en el estudio, Marte atravesó una compleja historia de cambios climáticos, donde se incluye un primer período de entre 3.5 y 4.5 miles de millones de años en los que el planeta sostenía una hidrosfera activa de superficie y, tras una transición a condiciones mucho más secas cada vez, la superficie de Marte se convirtió en el desierto que hoy sabemos que es el planeta.
Los miembros del Centro de Astrobiología, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Instituto nacional de Técnica Aeroespacial, apuntan a muestrear la superficie y la subsuperficie de los suelos de Atacama para fortalecer las conclusiones obtenidas.