Las empresas saben que la mayoría de los usuarios pulsamos el botón de aceptar sin haber leído la política de privacidad de sus programas y aplicaciones, o simplemente estamos dando nuestro permiso para que libremente accedan a nuestros datos personales.

Los hay que ni si quiera necesitan nuestro consentimiento explícito. Se dedican simplemente a espiar nuestros datos personales.

Un equipo de investigación ha encontrado casi 13.000 apps que siguen recopilando nuestra información privada aunque les hallamos denegado el acceso.

Miles de aplicaciones acceden a datos tales como nuestra ubicación, contactos, voz y archivos de teléfono, entre otros.

Nuestra privacidad circula libremente por Internet

Mientras estamos absortos en la pantalla táctil de nuestro móvil conectados con nuestras redes sociales, juegos, chateos o simplemente buscando información interesante, hay empresas que están comerciando nuestros datos personales, para generar ingresos, ahorrar en costes, redefinir la experiencia de sus clientes o planificar nuevas estrategias de negocio.

Toda nuestra vida circulando libremente por la red. Nombre y apellidos, tarjetas de identidad, números de teléfono, voz, quiénes somos, dónde vivimos, qué nos gusta, en qué trabajamos, qué estudiamos…

 

Nuestra privacidad monetizada con los Big Data

No es raro abrir nuestro correo electrónico o una página web y encontrarnos con ofertas de nuestras aficiones favoritas o sobre información que hemos estado buscando en Internet o sobre rentables negocios e inversiones.

¿Cómo saben que estoy buscando una buena oferta de alquiler o que leo revistas científicas o la lectura que me interesa? Es lo que se llama Big Data: estrategias de monetización para hacer dinero y ahorrar con nuestros datos personales ¿Y nosotros que sacamos de todo ésto? Nada

La tecnología compromete nuestra privacidad

La tecnología avanza «que es una barbaridad» y cada vez nuestra privacidad está más comprometida. Pronto ya no tendremos secretos íntimos inconfesables.

Una indiscreta app le “chivará” a nuestros semejantes lo que con tanto recelo custodiamos en nuestro más profundo interior.

Las redes sociales son un gran divertimento en la que invertimos muchas horas, por eso hay que usarlas con sentido común. La red nos ofrece un sin fin de posibilidades y mucho dinamismo: contactamos con amigos, con otras personas de todo el mundo y de otras culturas, mantenemos relaciones a larga distancia, preparamos viajes, traslados en transporte público y privado, operaciones bancarias, etc.

El riesgo es grande y un mal uso puede traernos consecuencias imprevisibles de las que no somos conscientes.

¿Podemos pasarnos sin wi-fi  o sin teléfonos inteligentes?

 

 

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