El gobierno de Chile iniciará una investigación con el fin de determinar si hubo injerencia extranjera en las protestas de los últimos meses tras haber detectado un tráfico desmedido de Internet proveniente de un país de Europa oriental.
Sin especificar en el país, el canciller chileno, Teodoro Ribera, aseguró que a partir del 18 de octubre, fecha en la que estalló la crisis, hubo una cuota considerable de datos provenientes de un país de Europa oriental hacia Chile.
“Se está investigando por parte de los organismos internacionales chilenos si hay o no injerencia internacional directa”, explicó el canciller, quien agregó que hubo creación de perfiles falsos en las redes sociales con información de las manifestaciones chilenas en la zona europea anteriormente señalada.
“Hay un tráfico desmedido de Internet. Hay creación de perfiles falsos en otros. Vuelvo a señalarle: no es ninguna novedad que hoy en día existen riesgos internacionales para los países y para las democracias”.
Las declaraciones del canciller de Chile, Ribera, llegan justo después de que el secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, acusara a los regímenes de Venezuela y Cuba de interferir en las protestas antigubernamentales de la región.
“Seguiremos apoyando a los países que intentan evitar que Cuba y Venezuela secuestren esas protestas. Trabajaremos con legítimos para evitar que las protestas se conviertan en disturbios y violencia que no reflejan la voluntad democrática de la gente”, aseguró Pompeo desde Kentucky.
Igualmente, las declaraciones de Ribera llegan después de que Bolivia señalara al gobierno de Nicolás Maduro de intervenir en los enfrentamientos con los grupos en defensa del expresidente Evo Morales.
En los últimos meses, Ecuador, Chile, Bolivia y Colombia han vivido fuertes crisis sociales y políticas debido a masivas manifestaciones que han evolucionado a fuertes enfrentamientos entre los funcionarios del orden público y la ciudadanía.
En el caso de Chile, el malestar social debido al alto costo de la vida en la nación suramericana provocó que un aumento de 30 pesos en el pasaje del Metro de Santiago se convirtiera en el detonante de uno de los movimientos ciudadanos más grandes de los últimos años en Chile.