Apenas alcé el lente de mi cámara ya estaban allí como una procesión sobre esa extraña montaña, llamada Sorte.
En batas blancas o vestidos de Nazareno, las singulares personas con fe ciega tenían la esperanza a que en ese lugar les resolverían sus problemas.
Ni mi fe católica, ni todos mis años como reportera me dieron para imaginar lo que mis ojos estaban observando.
Algunos con collares de colores, oraciones que parecían un grito estremecedor, algunas personas quemándose, cortes y sangre por doquier, tambores que colocaban la piel de gallina y posesiones era lo normal en estos lugares.
En mi búsqueda por la verdad, mis ganas de llevar información sobre estos ritos, me encontré una mujer llamada Carmen, ella me platicaba que todos los años venia sin falta porque su espíritu, el que su chamán le colocó para que le ayudara, le pide que venga a ser poseída y así lograr un nivel espiritual mayor.
La señora Carmen me dice que en el ritual de vidrios, su santo llamado Ikok la lleva a otro lugar y la hace descender por un túnel profundo, luego vuela sobre llamas sin quemarse, y siente un placer enorme.
Todo esto que me cuenta me hace quedar en shock. Luego, en un momento de nuestra conversación, a lo lejos se escucho un grupo ensordecedor, volteé mi mirada a ver que ocurría y era un hombre volcado en sus piernas, le estaba saliendo humo por la boca, un grupo rezaba y rezaba por él, parecía que iba a morir.
Tenía mi corazón en la boca de tanto miedo que sentía por ese pobre hombre, se revolcaba y en uno de esos movimientos se clavó un cuchillo en el cuello causándole la muerte. Todos estaban con la boca abierta nadie se esperó esto, lo cierto es que este señor falleció por buscar en otro lugar lo que solo podía conseguir en la iglesia.
Del otro lado de la sanja estaban brincando con la lengua picada en dos trozos, y alucinando con esos llamado ritos que solo ellos sabrán lo que significan.
Cayo la noche en esa tenebrosa montaña llamada Sorte pero yo debía seguir investigando, hasta que llegue a un rincón donde varias personas me pedían que no fuese, mi corazón dejo de latir por unos segundos al ver lo que sucedía.
Se escuchaban tambores por todos lados y un sonido era mas fuerte que el otro, un sonido era mas escalofriante que el otro, en eso vi como un espíritu tomo el cuerpo de un niño, este se retorcía en el barro como una cascabel mi instinto fue el de salir corriendo pero mi experiencia como reportera no me lo permitió, lo que hice fue quedar allí petrificada por unos segundo hasta que todo acabo y quede sola en ese solo y frió pedazo de tierra.