Este lunes, los estudiantes de Hong Kong debían retornar a las aulas luego de la temporada de vacaciones de verano. Sin embargo, el regreso a clases se vio perturbado por el llamado a huelga por parte de los mismos alumnos, quienes han sido un grupo fundamental en las protestas prodemocracia.
Muchos de los jóvenes manifestantes, de hecho, acudieron a sus salones con máscaras antigás, cascos de obra de amarillos, pancartas. Muchos otros bloquearon los accesos a los centros de educación con cadenas humanas. ¿El fin? Hacerle saber al gobierno chino y de Hong Kong que, a pesar de que se daba el retorno a clases, no había vuelta atrás con las manifestaciones.
De hecho, el llamado a boicot de las clases por parte de los manifestantes tiene previsto durar unas dos semanas, mientras que en la tarde del día de hoy (02-09-19), los estudiantes se concentraron en asambleas multitudinarias, donde pacíficamente entonaron eslóganes y presentaron discursos a favor de las reivindicaciones que han estado buscando por tres meses ya.
“El gobierno cree que cuando los estudiantes volvamos a clase dejaremos de salir a la calle, pero están muy equivocados”, aseguró Alex, un ciudadanos hongkonés de 15 años, quien ha participado en las masivas protestas que desde junio vienen ocurriendo.
La mañana del inicio de semana también se vio marcada por las protestas, pues algunos manifestantes decidieron interferir con los desplazamientos en el metro de la ciudad autónoma, bloqueando las puertas de los trenes del servicio público, como lo hicieron el domingo pasado.
Igualmente, este 1 de septiembre, los manifestantes intentaron ocupar nuevamente el aeropuerto internacional, sobre el que impera una orden que prohíbe las huelgas en sus instalaciones. No obstante, ante la amenaza, las autoridades del terminal aéreo hicieron que se cortaran los accesos hasta las instalaciones por varias horas, lo que afectó a muchos vuelos y viajeros.
El gobierno autónomo también ordenó el cierre de la línea que transporta hacia el aeropuerto, lo que generó fuertes atascos en la carretera de acceso a Lantau, la isla donde se encuentra el terminal, y puestos de control de la policía fueron autorizados con el fin de inspeccionar cada vehículo.
Muchos manifestantes, sin embargo, se concentraron en la estación subterránea de Tung Chung, donde, vestidos de negro y con la cara oculta, quemaron una bandera de la República Popular China, causaron numerosos destrozos y llamaron a “no olvidar el 31 de agosto”, jornada de protesta que se tornó especialmente violenta.
“Si ardemos, ustedes arderán con nosotros”
“If we burn, you burn with us”, fue un lema que algún manifestante dejó pintado en las paredes del complejo que acoge al poder legislativo, ejecutivo local y las oficinas del gobierno central durante las protestas del sábado, que vieron a los agentes de seguridad cargar contra los ciudadanos con cañones de agua, gases lacrimógenos, un disparo al aire y numerosas detenciones.
La frase, aunque sacada de la serie de “Los Juegos del Hambre” (The Hunger Games), define bien lo que los manifestantes, quienes respondieron con bombas molotov, quemas callejeras y piedras, llevan haciendo saber desde el inicio de las protestas el pasado mes de junio.
Que no se detendrán hasta que sus demandas sean escuchadas.
La primera de esta es referente a un proyecto de ley de extradición, que actualmente se encuentra suspendido ante las multitudinarias protestas.
Sin embargo, no es suficiente. El pueblo demócrata quiere que el mismo sea completamente desechado, pues dicho texto podría poner en peligro la autonomía de Hong Kong y la libertad de expresión, al hacer posible las detenciones de los hongkoneses opositores al régimen de Xi Jinping para ser juzgados en la china continental, donde consideran que no recibirían juicios justos.
Sin embargo, en estas últimas 13 semanas, las demandas se han expandido y, actualmente, los hongkoneses piden una investigación independiente a la brutalidad policial vivida en las manifestaciones, una reforma democrática y la retirada de los cargos penales a los ciudadanos detenidos en protestas.