Cristobal Colón llegó en 1498 cerca de la desembocadura del largo y caudaloso Orinoco y avistó por primera vez la tierra que es hoy Venezuela y despertó la avidez por sus riquezas.
Su tercer viaje se inicio el 30 de mayo. Partió de Sanlucar de Barrameda, en Cádiz, y después de haber pasado junto a la Isla Trinidad, tras 60 días de travesía, el 2 de agosto de 1498 avistó una tierra aún inexplorada.
Las enormes corrientes del Orinoco impresionaron a Cristobal Colón, que describió como un inmenso mar de agua dulce “con un rugir muy grande”, así como sus selvas frondosas y verdes, tanto que en una carta a los Reyes Católicos se refiero al lugar como “Tierra de Gracia”.
Avidez por la abundancia de perlas
El 6 de agosto los españoles pusieron pie en el continente por primera vez, en Maruco, en el Golfo de Paria y el 15 de agosto bordearon la Islas Cubagua y Margarita, donde más tarde se fundaron Nueva Cádiz, la primera ciudad en tierra venezolana, y Asunción, respectivamente.
A pesar de ser islas inhóspitas, sin agua dulce, atrajeron la avidez de aventureros venidos de todos los rincones que expoliaron estas tierras por la abundancia de perlas en sus bancos arenosos
Alonso de Quejada fue el primer expedicionario español por estas tierras en 1499, acompañado por Americo Vespuccio y Juan de la Cosa. La expedición circundó toda Venezuela y llegó hasta el Lago Maracaibo, el 24 de agosto.
Según la tradición, Americo Vespuccio, que dio origen al topónimo “América”, al llegar a Maracaibo quedó impresionado por las casas de los aborígenes construidas sobre estacas, en medio del agua, lo que le recordó la ciudad de Venecia, en la península itálica.
De ahí que bautizara el lugar como Venezuela, la “Pequeña Venecia”.
Otra versión dice que el cartógrafo de la expedición, Fernando de Enciso, explicó en su «Summa de Geografía» que el nombre deriva del término autóctono “Veneciuela” con el que los aborígenes se referían a sus casas construidas sobre un piedra grande y llana.
Avidez por la tierra dorada de Venezuela
Y no sólo perlas, la tierra también era abundante en oro, lo que dio origen a la leyenda del El Dorado.
Los aborígenes se percataron de la avidez de los españoles por la riquezas. Para quitarse de encima a los exploradores les contaron que existía un lugar maravilloso, una ciudad de oro llamada “El Dorado”. Los españoles llegaron a buscarla hasta en el altiplano de Bogotá, pero sin éxito.
El legendario guapotori, el cacique Guaicaipuro, ofreció una valerosa resistencia al ímpetu evangelizador de los conquistadores.
Pero sus arcos, flechas y lanzas ofrecían una resistencia muy desigual a las armas españolas y, finalmente, fue capturado por Diego de Losada, que más tarde llegó al valle donde el 25 de julio de 1567 fundó la ciudad que llamó Santiago de León de Caracas.