El sábado 19 de Enero Yordis Rafael Lozada, ciudadano venezolano, secuestró y asesinó a La joven ecuatoriana embarazada, Diana Carolina Ramírez Reyes, en el Departamento de Ibarra en Ecuador
Tras aproximadamente 1 hora el individuo mantuvo retenida a la mujer con un arma blanca bajo amenaza, a la vez que gritaba estruendosamente «LO VOY A HACER, LO VOY A HACER» una y otra vez, como advertencia a las autoridades que pretendían acercarse.
Efectivos policiales y parte de la población estuvieron siguiendo de cerca a Yordis y Diana; caminaron un largo trayecto hasta que finalmente, el hombre cedió a la presión policial y apuñalo reiteradamente a la joven causando su muerte.
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Los efectivos policiales detuvieron al hombre y rápidamente llevaron a Diana para que fuese atendida por sus heridas, pero lamentablemente la joven murió en el centro medico.
El proceder de las fuerzas policiales ha sido fuertemente condenado, ya que en diversas oportunidades pudieron neutralizar al individuo y por razones aún desconocidas no lo hicieron.
Sin duda alguna como mujer y venezolana me afecta el doble esta noticia. No puedo imaginar que puedan sentir sus familiares, amigos y vecinos tras la perdida de Diana y el bebé que en ella se formaba.
Cuando un individuo mancha a todo un país
Ante la tragedia, la sociedad decide como canalizar la situación, y si permite que el dolor y frustración nuble su razonamiento.
Rápidamente en Ibarra —donde ocurrió el hecho— se formaron revueltas, y los pobladores de la ciudad, consternados y envenenados por el odio, salieron a «cazar venezolanos», bajo la consigna: «FUERA VENEZOLANOS», llegando al punto de sacar a los ciudadanos de Venezuela de sus residencias con extrema violencia, y quemar sus pertenencias, sin tomar en cuenta si habían niños o mujeres inocentes
Lo que ocurrió en Ibarra es una demostración del alcance que puede tener el odio en la sociedad, si este, se alimenta día a día y llega a ebullición tras un acontecimiento impactante.
Estoy de acuerdo, con que todo el peso de la ley recaiga ante el individuo que cometió el crimen, sin ningún tipo de contemplación ni piedad; pero deben analizar los promotores de la violencia en Ibarra, su comportamiento como seres humanos y razonar si en pleno siglo 21, es justificable hacer una «cacería de brujas» hacia una comunidad extranjera, por las acciones de uno de los suyos.
Los actos criminales de un individuo, no representa el comportamiento y la voluntad de todos sus coterráneos, debemos salir de la lógica simplista, y auto complaciente, para tener la suficiente amplitud que nos permita ser tolerantes y justos.
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¿Que pasa cuando dejamos que la ira, frustración e ignorancia nos nuble la razón?
- Todos recordamos los trágicos hechos del Holocausto, el mayor genocidio conocido por el hombre y que jamás deberá ser repetido. Toda esa parte de la historia fue consecuencia del odio y la Ignorancia por una raza.
- Los abusos y crímenes cometidos contra la población negra en Estados Unidos cuando luchaban por sus derechos más básicos y esenciales.
- La campaña de odio que se desato contra toda la población árabe tras los atentados del 11 de Septiembre. Todo un pueblo condenado por las acciones paralelas de un grupo de personas que también segadas por el odio y la ignorancia quisieron destruir a un sector de la población americana.
Así como otros terribles crímenes que ocurren a diario y exponen bajo un lente a toda una población, que no es más que una victima indirecta de la delincuencia.
La creciente Xenofobia hacia los Venezolanos
Gracias a un proceso político complicado y con más de 20 años en vigencia, los venezolanos han dejado su territorio, ocasionando un éxodo superior al que ocurrió en Cuba, Nicaragua, Panamá, Colombia y Argentina en los momentos en que enfrentaron su mayor crisis.
Ningún Venezolano deja la tierra que lo vio nacer, aquella que le cubre sus necesidades más básicas, como lo son: la educación, alimentación, salud y empleo sin tener razones de gran peso.
Todo deriva de la necesidad de mejorar su calidad de vida y proveer a su familia de lo más esencial para subsistir. La Comunidad Internacional ya debería entender estos procesos, por que Venezuela no es el primer país que desata un éxodo migratorio tan importante.
Sin embargo, es innegable el creciente rechazo hacia los venezolanos en países como: Ecuador, Colombia y Perú, donde la tensión crece cada día en la convivencia de los locales, con los extranjeros de Venezuela.
«Se llevan nuestros trabajos», dicen algunos, «Son todos unos delincuentes», sentencian otros arbitrariamente, lo cierto es, que algunos nacionales de estos países, parecieran olvidar que ellos también han vivido procesos que han provocado que la población salga masivamente a buscar oportunidades en otras fronteras, y al igual que como sucede con la situación venezolana, muchos delincuentes y personas de muy mal vivir, migraron hacia otras tierras, pero volvemos al punto: un individuo, no representa a un colectivo, mucho menos, a un país.
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Dejar de lado el odio
Es tiempo de comprender que la tolerancia y el respeto mutuo es el único camino. Curemos nuestra sociedad desde adentro, todos tenemos derechos y deberes, y al igual que el Venezolano, debe entender su posición como migrante, los nacionales de estos países países donde hay mayor población venezolana, deben mirar también lo positivo que estos aportan y profundizar en la situación por la cual esa comunidad de venezolanos que reside en su país, decidió migrar.
Desde lo más profundo los invito a dejar de lado las diferencias y dirigir toda esa energía para que la justicia sea impartida por los entes responsables.
No condenemos a un familiar, amigo, vecino o conocido por un estigma social que solo recae en el, por su nacionalidad, religión, color de piel o ideología.