No sé si alguna vez se habrá preguntado cómo serían las cosas si ciertas personas nunca hubiesen nacido o se hubiesen dedicado a otras cosas diferentes.
Estamos tan acostumbrados a lo cotidiano que apenas echamos cuentas de a quién se le ocurrió o de dónde viene esto o lo otro, o, tal vez, ni siquiera nos interese lo más mínimo y, sin embargo, nuestra vida diaria depende de ello de una manera que ni siquiera nos podemos imaginar.
Nunca llegamos a la hora
Qué tan habitual es que nos peguen las sábanas y salgamos pitando para no llegar tarde, que echemos a correr como galgos porque se nos escapa el autobús; echamos una miradita de reojo al reloj de la pared, a ver cuánto falta para que acabe el suplicio del día…, ¡qué estrés! Llegamos tarde a la cita y nuestro plan soñado ya se ha esfumado…, ¡qué fastido! ¿no?
Nos hemos convertido en esclavos de tiempo; pero, ¿a quién demonios se le ocurriría esto de la hora? Un día, hace tiempo, al señor Sandford Fleming, un canadiense de origen escocés, inventor e ingeniero de profesión, se le escapó un tren en Irlanda por un error en el horario. ¡Vale, ¿y qué? Ni que fuese el primero al que le pasa!
Lo mejor es una hora universal
Han pasado 192 años desde aquel desdichado día. Lo diferente es que el señor Fleming, con su aire británico, debió pensar entonces que lo ocurrido era intolerable y que eso no le iba a pasar nunca más, por lo que propuso un sistema para que todos nos rigiésemos por un mismo horario, un horario universal.
Su propuesta consistía en un sistema de 24 horas, dividiendo el mapamundi en 24 zonas horarias imaginarias delimitadas por meridianos, esas líneas imaginarias que van de Norte a Sur. El meridiano de Greenwich, o meridiano cero, en Londres, sería el de partida, adelantando el reloj una hora hacia el Este y, de igual manera, retrasándolo hacia el Oeste. Lo que conocemos como husos horarios.
No es otro que el señor Fleming el responsable de que otro británico, el señor Fogg, ganase su apuesta, ¿recuerdan? Apostó a que era capaz de dar la vuelta al mundo en ochenta días, la célebre novela de Julio Verne. Y eso no es todo.
Ahora sí que llegamos a la hora justa
El señor Fleming también propuso el sistema de 24 husos horarios contandos a partir del meridiano 180º, conocido como el antimeridiano de Greenwich y que se emplea como línea internacional de cambio de fecha, responsable de que muchos sufran el famoso “Jet lag”, conocido síndrome producido por el cambio rápido de zona horaria…; y, por si fuera poco, el señor Fleming también es el responsable de esta existencia tan estresada que llevamos la mayoría.
Pero, aunque el señor Fleming perdió ese tren el 7 de enero de 1879, no fue hasta 1929 cuando el mundo aceptó su sistema de forma unánime.
No te acostarás si saber una cosa más, eso es lo que nos suelen decir. Y un día como hoy, 7 de enero, hace 76 años que falleció en la habitación del Hotel New Yorker, en Nueva York, otro célebre olvidado, y eso que nuestra vida moderna le debe tanto. Hablaremos de él en otro espacio, o quizá en otra dimensión, ¿quién sabe?…, también ingeniero y, además, inventor, mecánico y electricista, el célebre físico de origen serbio, Nikola Tesla.