El riesgo de una actividad física saludable

Nos levantamos temprano, hacemos un poco de ejercicio físico, o salimos a correr por el parque o, tal vez, vamos al gimnasio.

Hacer deporte es una actividad sana. Un día cualquiera, durante la actividad física, sentimos un malestar e incluso, un desfallecimiento ¿Qué ocurre? Desde siempre nos han educado en la creencia de que la actividad física es muy saludable. Cuantas veces habremos oído eso de que ·”quien mueve las piernas, mueve el corazón” y, empero, puede que no sea tan saludable después de todo.

Riesgo de sufrir una muerte súbita

Los expertos atribuyen la muerte súbita a ataques cardíacos inesperados e inexplicables y, en los jóvenes, con mayor frecuencia, está asociada a la actividad deportiva. La mayoría de los ataques cardíacos se da en la población adulta mayor de 35 años.

No hay muchos estudios referentes a la población menor de esa edad, aunque algunos expertos estiman que, anualmente, uno de cada cincuenta mil ataques cardíacos se producen entre la población joven, y con más incidencia en chicos que en chicas.

Seguramente, cuando oímos hablar de alguien que ha muerto por un ataque cardíaco, pensamos en un problema de obesidad, una comida copiosa, una mala dieta, el estrés de la vida diaria, los excesos con el tabaco y el alcohol o que ya era una persona mayor; pero, tocará nuestra sensibilidad si oímos que le ha ocurrido a una persona joven y, más aún, mientras practicaba ejercicio físico.

¿Muerte súbita practicando deporte? ¡Si es de los más saludable!

Cuando practicamos activamente algún ejercicio físico, nuestro corazón, decimos, “se pone a cien”, se acelera y sentimos sus latidos incesantes, como si se nos fuese a salir del pecho. Por diversos motivos, el ritmo de los latidos se puede acelerar de tal manera que queden fuera de control. Es lo que los expertos llaman “fibrilación ventricular”.

Algunas causas de estas anomalías pueden tener un origen hereditario: la más frecuente es una arritmia, producida por el engrosamiento del músculo cardíaco, y que altera nuestro sistema eléctrico, provocando latidos rápidos e irregulares; una anomalía en la arteria coronaria puede ser la causa de una constricción de ésta durante la actividad deportiva, dejando sin suministro sanguíneo al corazón; latidos rápidos y caóticos provocados por un trastorno del ritmo cardíaco, efecto conocido como Síndrome de QT largo, que muy a menudo son la causa de esos desmayos inexplicables, y que representa un alto riesgo de muerte súbita en personas jóvenes.

                                                                

La muerte súbita no avisa

Como su propio nombre indica, la muerte súbita no avisa, por lo que no está de más conocer algunas señales de advertencia por si acaso.

Cuantas veces, siendo espectadores en una de esas carreras populares de larga distancia, cuando vemos a alguno de los participantes, que bien parece que se está tragando un puñado de agujas y con la cara colorada, pensamos que le va a dar un síncope, o dicho de otro modo, que va a sufrir un desmayo.

De repente sentimos que nos falta el aire o un dolor en el pecho inexplicable, también pueden ser síntomas a tener en cuenta.

Los antecedentes familiares de muerte súbita nos deben poner sobre  aviso, y, aunque no sea lo frecuente, hay que tener cuidado con los impactos directos de objetos, como un balón, en el pecho, que pueden causar la muerte súbita si se producen en un determinado momento del ciclo cardíaco, lo que se conoce como “commotio cordis”.

La comunidad científica no tiene la certeza de que algunos de sus métodos puedan determinar fehacientemente un riesgo de muerte súbita.

No obstante lo dicho, no quiere esto decir que, en caso de duda, debamos renunciar a llevar una vida saludable ejercitando el noble arte del deporte.

Aunque no estaría de más consultar antes a nuestro médico para que, en función de nuestro estado de salud, nos recomiende cuál ejercicio físico es el más adecuado, así reduciremos el riesgo de muerte súbita. 

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