El empresario emiratí, Abdulla Alshehi, esta planeando remolcar este año un pequeño iceberg antártico ya sea hasta la Ciudad del Cabo (Sudáfrica) o hasta Perth (Australia); con el objetivo principal de ensayo, para un proyecto que prevé trasladar en el futuro un bloque de hielo de dimensiones mucho mayores hasta las costas de los Emiratos Árabes Unidos, informó Euronews.
El proyecto está valorado en unos 150 millones de dólares, y abastecerá de agua dulce y potable a cerca de unos millón de habitantes de una de las regiones más áridas del planeta por un tiempo de hasta cinco años, produciendo además un posible cambio climático favorable a largo plazo.
Para ello, el emprendedor va a seleccionar un iceberg de aproximadamente 2 kilómetros de largo por 500 metros de ancho en las cercanías de la isla de Heard, en la Antártida. Para luego arrastrarlo cerca de 8.800 kilómetros con ayuda de barcos remolcadores hasta las costas del emirato de Fuyaira, en el Golfo de Omán.
Ecológico y barato
El promedio anual de precipitaciones en la región costera de los Emiratos Árabes Unidos es de apenas 120 milímetros y el país está en riesgo de sufrir una severa sequía en los próximos 25 años a causa del ritmo insostenible de consumo de agua.
En consecuencia, la propuesta de Alshehi ofrece una solución más ecológica y económicamente más viable a este problema, en comparación con el filtrado de agua marina.
“Según nuestro análisis, será más barato traer estos icebergs que usar agua desalinizada” ya que “las plantas desalinizadoras requieren de enormes inversiones y significan el bombeo de gigantescas cantidades de agua hacia el golfo, matando peces y la vida marina”, detalló Alshehi.
Según Alshehi, la presencia del iceberg sería una importante atracción turística y podría generar aire fresco, lo que incrementaría las precipitaciones y acabaría favoreciendo la agricultura.
Aprender del fracaso
Un proyecto similar fue emprendido por Arabia Saudí en 1975, no obstante, dos años más tarde fue abandonado a causa de complicaciones técnicas.
El autor de la nueva propuesta pretende tomar en cuenta esa experiencia y evitar que el iceberg se rompa durante el trayecto asegurándolo con un enorme arco metálico.
Cuando el bloque llegue a destino —tras perder hasta el 30 % de su masa por el camino— los especialistas locales comenzarán inmediatamente a recolectar el agua derretida.