Una pequeña, hermosa y sana niña nació mediante cesárea a la semana 35, pesados unos dos kilos y medios. Su madre de 32 años, diagnosticada con infertilidad uterina, se le fue implantada por medio quirúrgico el útero, intervención que duró más de 10 horas.
El resultado es considerado un éxito ya que el embarazo se dio a lugar luego de siete meses de aplicada la cirugía. Meses en los cuales la que la paciente no rechazó el nuevo útero y fue capaz de sostener la menstruación, haciendo así posible la introducción de óvulos fecundados, el órgano donado se conectó de manera eficiente a las venas, ligamentos, arterias y canales vaginales de la paciente.
Recibiéndolo de una donante fallecida según informes de investigadores brasileños, el pasado 4 de diciembre habría sucedido el primer nacimiento de este tipo del que se posee registro. Realizado en el Hospital das Clínicas de la Universidad de Sao Paulo, la noticia podría suponer un aumento de la disponibilidad de donantes y la posibilidad de aumento en la tasa de nacimientos.
Si bien desde 2013 este tipo de trasplantes se ha normalizado al provenir de pacientes con vida, la posibilidad de realizarlo a partir de donadores sin vida resulta un paso para la medicina, ya que aunque el trasplante de un donador con vida es poco probable y en su mayor porcentaje debe venir de entre familiares, poder ejecutar el procedimiento a partir de oferente fallecido se traduce en positivo, aun haciendo falta estudios de comparación entre resultados de donantes vivos y donantes muertos.
En el pasado han sucedido otros trasplantes a partir de donantes fallecidos, en total un número de 10 trasplantes en países como Estados Unidos y Turquía, sin embargo, este es el primero con un resultado positivo dejado a un bebé vivo y sano. El primer trasplante a partir de un donante vivo tuvo lugar en Suecia en 2013 y partir de dicho momento han sucedido un total de 39 procedimientos de esta naturaleza, lo que ha dado como beneficio a 11 bebés vivos hasta el momento.
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