Esta semana se realizó una redada masiva de la ICE contra inmigrantes en varias ciudades de Mississippi, estado sureño de Estados Unidos, una de las operaciones más grandes de la historia de la nación norteamericana, en el marco de las políticas hostiles antimigrantes de Donald Trump.

Durante la operación, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas logró ubicar a unos 680 migrantes, cifra récord alcanzada en la última década, y los desalojó de sus sitios de trabajo en siete plantas procesadoras de alimentos, donde existe una alta presencia de inmigrantes latinos empleados.

Al respecto, el fiscal del distrito sur del estado de Mississippi, Mike Hurst, expresó que a pesar de que Estados Unidos es un país de inmigrantes, también lo es uno de leyes y que ellos las harán cumplir.

El republicano, asimismo, explicó que la macrorredada contra “inmigrantes ilegales” fue planeada por meses y que fue “la acción de las fuerzas de orden más grandes en un solo estado en la historia de EE.UU.”

(AP Photo/Rogelio V. Solis)

La operación, que de manera objetiva se puede calificar como un éxito de la Administración Trump, no obstante, dejó ver las terribles consecuencias que pueden dejar unas políticas mal ejecutadas, basadas en la xenofobia y el racismo.

Y es que centenares de niños, hijos de los inmigrantes detenidos, volvieron a casa luego de la jornada escolar y no encontraron a sus padres.

Muchos otros tuvieron que ser recogidos en los colegios por familiares, allegados, vecinos y compañeros de trabajo, quienes los cuidarán provisionalmente.

En Forest, Mississippi, varios líderes comunitarios se encuentran trabajando para conseguirles a los pequeños refugios temporales en gimnasios locales, donde, a pesar de los esfuerzos, no puedes conseguir paz ante la incertidumbre sobre lo que sucederá con ellos si sus padres y tutores no son liberados.

Angie, de 11 años, por ejemplo, se volvió viral luego de que fuera grabada mientras lloraba cuando se llevaron detenida a su madre.

Magdalena Gómez Gregorio, otra niña de la misma edad, en entrevista para WJTV, suplicó al gobierno de Donald Trump que librara a su padre y a los otros inmigrantes por el bien de todos los niños que se habían quedado solos.

“Muestra algo de corazón”, dijo entre lágrimas la pequeña. “Deja que mis padres sean libres y también todos los demás, por favor, no dejen a los niños llorando”.

“Mi papá no hizo nada, no es un criminal”, insistió la niña claramente afectada.

Christina Peralta, la madrina de dos niños cuya madre fue detenida, afirmó que no supo qué contestar cuando ellos preguntaron dónde estaba su madre cuando fue a recogerlos en el centro de estudios.

“La madre ha estado aquí [en Estados Unidos] durante 15 años y ella no tiene antecedentes”, explicó Peralta. “Mucha gente aquí no tiene antecedentes y han estado viviendo aquí por 10 o 12 años”.

De acuerdo a Bryan D. Cox, portavoz de la ICE, el organismo estatal habría preguntado a los detenidos si tenían hijos y les habrían facilitado teléfonos para que pudieran hacer llamadas y coordinar el cuidado de los menores.

Igualmente, la ICE habría contactado a los colegios antes de que iniciaran las redadas para advertir que podían tener problemas con algunos niños, por lo que tendrían que tomar previsiones al respecto.

No obstante, el daño ya está hecho y muchos de estos niños podrían desarrollar traumas debido a los eventos de la semana y de acuerdo a estudios, los pequeños podrían estar en peligro de enfermedades mentales como Ansiedad, Desorden de Ansiedad por Separación y/o depresión.

Desde las masivas redadas, al menos 377 inmigrantes siguen detenidos según Jere Miles, agente especial a cargo del Departamento de Seguridad Nacional.

Otros 303 fueron liberados, de los cuales 271 fueron transportados hasta sus lugares de detención individual, mientras que 32 fueron liberadas en sus lugares de trabajo.

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