Sally Challen fue encarcelada por el asesinato de su esposo en 2011 pero sus abogados creen que una nueva ley, que reconoce la manipulación psicológica como forma de abuso doméstico, podría ser una defensa en una audiencia de apelación que se celebrará el próximo mes.

Su hijo, David, apoya totalmente la apelación, cree que su madre merece la libertad.

Una despedida que pudo ser la última

Las últimas palabras de Sally a su hijo David fueron «¿Sabes que te quiero, verdad?«, cuando lo dejaba en su trabajo. El día anterior había matado a su marido, Richard, padre de David, aunque el chico todavía no sabía nada.

Sally no esperaba estar presente cuando el muchacho se enterara ya que su intención era suicidarse justo después de despedirse de él; pretendía saltar desde un acantilado y acabar con todo, antes llamó a su prima para declararse culpable del crimen, después repitió su confesión a un capellán y a una asociación contra el suicidio que pretendían ayudarla.

Después de dos horas consiguieron que la mujer no se suicidara e inmediatamente fue acusada del asesinato de su esposo, condenada y encarcelada de por vida.

Sin embargo, 8 años después, los abogados que trabajan para Sally esperan sacarla de la cárcel, van a apelar a una ley aprobada en 2015 que reconoce la manipulación psicológica como forma de abuso doméstico.

Consideran que al igual que la violencia física en una relación ha sido reconocida como atenuante en un caso de asesinato, también debe serlo el historial de maltrato psicológico que Sally ha sufrido a manos de Richard.

David y su hermano James, que no quiere aparecer en los medios de comunicación, estaban completamente de acuerdo en que ella lo hubiese dejado cuando descubrió que él la engañaba con prostitutas, esa fue solo la gota que colmó el vaso.

Habían pasado años viendo como su padre insultaba y ninguneaba constantemente a su madre.

Lo que ellos no sabían es que sus padres habían vuelto a verse en secreto en la casa en la que hasta hacía poco habían vivido juntos, ya que ella tenía la esperanza de arreglar su matrimonio.

Vivían en el pueblo de Claygate, en el condado de Surrey (Inglaterra). 

Unas condiciones intolerables

Como condición para volver, Richard quería que ella firmase un acuerdo en el que perdería todos los derechos sobre la casa familiar, valorada en un millón de libras, y en el que había condiciones tan humillantes como las de no interrumpirlo nunca y no hablar con otras personas mientras estuviesen en sitios públicos

Los hechos sucedieron la mañana del 10 de agosto de 2010, Sally acudió a su cita con Richard, con el que llevaba 31 años casada,  y él le pidió que fuese a por comida, ya que quería almorzar y no había nada en casa.

Mientras estaba haciendo la compra, Sally llegó a la conclusión de que Richard le había pedido que se fuese por otro motivo.

Al llegar a la casa marcó en el teléfono la tecla de rellamada para llamar al último número marcado y le respondió una mujer.

A pesar de todo, Sally hizo el almuerzo mientras Richard esperaba, de espaldas, a que ella le sirviera, después de servirle y mientras él comía agarró un martillo que guardaba en su bolso y lo mató dándole 20 martillazos en la cabeza.

Después envolvió el cuerpo en cortinas y mantas y se fue, dejándole una nota que decía «Te quiero. Sally». Después fue a la casa que compartía con su hijo David, dispuesta a suicidarse, incluso había dejado escrita una nota, pero al ver a su hijo entrar por la puerta decidió posponerlo hasta el día siguiente.

Durante las duras sesiones de juício, Sally apenas habló pero le mostraron un vídeo que grabaron cuando trataban de evitar que se suicidará y en él de decía:

Lo maté con un martillo. Si yo no puedo tenerlo, nadie puede.

Sally solo tenía 15 años cuando conoció a Richard, se casaron 8 años después y los maltratos y el control desproporcionado empezaron enseguida.

 

Su hijo David defiende que lo que hizo su madre no fue el acto de una esposa celosa sino de alguien que llevaba años atada a un hombre que siempre la maltrató psicológicamente.

Quiere que se conozca el abuso que sufrió durante gran parte de su vida.

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