El pasado julio, la presunta agente encubierta rusa de nombre María Butina, fue detenida en los Estados Unidos, y este jueves se ha declarado culpable de un cargo de espionaje presentado en el tribunal de Washington.
La espía confesó su culpabilidad en un delito de conspiración, que puede acarrearle una condena de hasta cinco años de prisión.
De acuerdo con datos aportados por la fiscalía, la operación inicio en el año 2015, en marzo y finalizó en julio del 2018. Maria, aceptó cooperar reconociendo sus actos. Se hacía pasar por una estudiante para tejer una red de influencia en Estados Unidos.
¿Qué sabemos de Maria Butina?
Butina, de 30 años y residente de Washington, amante de las armas y conspiradora de la campaña electoral de Donald Trump. Accedió al país con un visado para estudiantes gracias a las facilidades de la American University de Washington.
Aunque a pesar de ello, tenía otros planes: trataba de infiltrarse en el aparato político de Estados Unidos para establecer charlas secretas entre el país norteamericano y Rusia.
La espía seguía órdenes de Alexander Torshin, un funcionario relacionado con Rusia.
A pesar de que ambos compartían el amor por las armas, intentaban establecer círculos de poder en la Asociación Nacional del Rifle, donde se presumían vínculos con el partido republicano.
Durante la campaña del presidente Trump, Maria Butina se vió involucrada en distintos eventos, cuyos hechos examina la justicia norteamericana.
Maria Butina cambió su declaración oficial
Desde el pasado 16 de julio cuando fue detenida, sus abogados rechazaban los hechos de los cuales se le acusaba.
Luego de solicitar la libertad, y de todas las actividades realizadas por el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso para liberarla, se declaró culpable confesando ante la jueza que estudia en caso, Tanya Chutkan.
Todo esto ocurrió luego de que la defensa hiciera una petición formal para cambiar su declaración inicial, donde mencionaba que era inocente, exculpándose de los cargos.
Después de las declaraciones, la agente afirmaba que era consciente de que esta decisión podría otorgarle la deportación o incluso mantenerla en libertad vigilada.
La ciudadana rusa empezó sus actividades en territorio ruso, aunque en el 2016 se residenció en Washington, supuestamente como parte de un plan de Rusia, momento que aprovecharon las autoridades del EEUU para seguirle la pista.