El pequeño Aitor, de 4 años, falleció de un disparo en la cabeza durante una cacería de jabalíes.

Hasta ahora ningún miembro de su familia se había pronunciado sobre el trágico suceso, ocurrido este pasado 19 de enero, pero ahora su padre ha decidido hablar para los medios de comunicación, para explicar cómo ocurrieron los hechos.

Esta mañana ha concedido una entrevista para el programa «Espejo público», que se emite en Antena 3.

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«Murió haciendo lo que más le gustaba»

José Antonio Ávalo, padre del niño, comenzó declarando que su hijo murió haciendo lo que más le gustaba, que era cazar, una afición que se habían encargado de inculcarle desde siempre. Comenzaron a llevarle a cacerías desde que tenía 2 años.

Aseguró que Aitor era feliz observando como cazaban y pidió que no se juzgara que llevar a su hijo a las cacerías; equiparó esta afición a otras como el fútbol, que muchos padres viven con sus hijos sin que se les censure por ello.

También señaló que la imprudencia fue del cazador, un empresario argentino de unos 60 años, ya que se salió de los límites marcados.

Aitor observaba la cacería, sentado en un pequeño banquito, acompañado de su abuelo y de su padre, cayendo fulminado a los pies de este último después de recibir el disparo que terminó quitándole la vida.

Ávalo señala que en esa circunstancia podría haberle dado a cualquiera y rebate la declaración del empresario que dice que no tenía conocimiento de la presencia del menor. El padre cuenta que incluso llegó a hablar con él y a hacerle fotos antes de la cacería.

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Un niño muy maduro para su edad

José Antonio recuerda que Aitor era un niño muy maduro para su edad, y que incluso él mismo se encargaba de decir que ya no era ningún bebé y sabía perfectamente donde estaba el peligro, en todas las circunstancias.

La familia de la víctima se ha personado como acusación particular contra el presunto autor del disparo que acabó con la vida del pequeño.

También quieren imputar al cazador; que se encuentra en libertad provisional, acusado de homicidio imprudente, el delito de omisión del deber de socorro. Aseguran que no se quedó en la zona para atender al menor, que fallecería poco después.

El padre, ha asegurado que no le culpa de matar intencionalmente a su hijo, y ha declarado, dolido, que ni siquiera ha recibido una llamada de condolencia por parte del cazador, que se enfrenta a una pena de entre 1 y 4 años de cárcel.

 

 

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