Este jueves, falleció la legendaria bailarina cubana de ballet clásico, Alicia Alonso, en un hospital de La Habana tras haber sido hospitalizada horas antes por una fuerte bajada de tensión arterial, de acuerdo al diario El País de España.

Alicia Alonso, cuyo nombre real era Alicia Ernestina de la Caridad Martínez del Hoyo, nació en el cuartel de Columbia de La Habana en el año 1920 y en diciembre habría cumplido sus 99 años.

Cuando apenas era una niña, Alonso viajó a España, donde aprendió a tocar la castañuela y los rudimentos de las danzas del país europeo durante su estancia en el sur de la Península con su familia. No obstante, su carrera como bailarina la inició a los 9 años, cuando ingresó a la clase en La Habana del maestro ruso Nikolai Yavorski de la Sociedad Cultural Pro-Arte Musical, donde hizo su primera aparición de danza en el Cascanueces.

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Alicia Alonso en 1944, por Gjon Mili en la revista Life.

En 1937 viajó por primera vez a la ciudad de Nueva York, donde se casó con Fernando Alonso, a quien ya conocía de la clase de Yavorski, y pronto tuvieron una única hija, Laura, quien también fue bailarina y maestra de ballet.

Más tarde en su carrera, Alonso bailó para Broadway en los musicales Great Lady (1938) y Stars In Your Eyes (1939), e hizo su primera gira con el Ballet Caravan, también en 1939.

Luego, con la compañía Ballet Theatre (American Ballet Theatre) estuvo desde su fundación, donde asumió interpretaciones históricas como Undertow (Tudor/Schumann); Theme and Variations; Fall River Legend; Schumann Concerto (Bronislava Nijinska) y Tropical pas de deux, de Enrique Martínez.

Su aparición protagónica en Giselle, el 2 de noviembre de 1943, con Antonin Dolin y en sustitución de Alicia Markova, quien había enfermado, se convirtió en leyenda, y para el 2013 estaba celebrando el 70 aniversario del show con una puesta en escena de su compañía Ballet Nacional de Cuba en el Teatro de la Maestranza de Sevilla.

Para 1943, Alonso comenzó a presentar problemas visuales, los cuales trató tempranamente. Sin embargo, en 1972 fue operada en Barcelona con un éxito parcial y le recomendaron dejar la danza si quería conservar algo de visión, a lo que ella se negó.

Alonso continuó bailando a través de técnicas ajustadas a sus necesidades mientras perdía la visión de manera progresiva.

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Alicia Alonso y Vladimir Vasiliev bailan ‘Giselle’, en 1980.

Alicia Alonso es conocida como la última gran diva del ballet gracias a su destacada y larga carrera en la que, además de interpretar, se encargó de educar a las bailarinas que la sucederían, así como a coreografiar.

Dirigió igualmente el Ballet Nacional de Cuba, el cual fundó en 1948 y dirigió hasta el final de su brillante vida, junto a la también bailarina Viengsay Valdés.

Durante su carrera, Alonso bailó en Pas de Quatre (Dolin, Lester); Apollon Musageta (Balanchine); Jardín de lilas, Gala performance, Romeo y Julieta (Tudor) y Aleko (Massine), así como con todos los bailarines de ballet destacados de la época, reseña El País.

No obstante, su compañero de danza inseparable fue el ucraniano Igor Youskevitch, con quien llegó a tener una complicidad escénica única y con quien compartió en Giselle, Cisne Negro, y Tema y Variaciones.

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Foto: Revista Más Cuba

A pesar del triunfo de la revolución cubana, Alonso no consiguió trabas para hacer crecer la industria del ballet en la isla, pues Fidel Castro apoyó la danza y la llenó de recursos. No obstante, no volvió a Estados Unidos y su compañero pronto lo consiguió en Azari Plisetski (más tarde sustituido por Jorge Esquivel).

En plena Guerra Fría, Alicia Alonso se convirtió en una de las primeras bailarinas occidentales en bailar en el Teatro Kirov (actualmente Mariinski) de Leningrado (San Petersburgo) y el Bolshói de Moscú.

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