Cada año en las vísperas de la navidad, se realizan una serie de llamadas de parte de la Casa Blanca, a una diversidad de niños, con el firme propósito de ir “monitoreando” el curso de Papá Noel, como una especie de vigilancia para que todo salga bien. Hasta aquí, todo bien; sin embargo, y gracias a que los padres de una niña en particular ventilaron su experiencia se sabe lo siguiente.
Cuando el presidente Trump, de los Estados Unidos, estaba hablando con la niña, al preguntarle la edad y saber que tenía siete años, por una extraña razón le comenta el mandatario que ya está grande para creer en él. Afortunadamente la niña no captó la idea. De hecho, la llamada no pasó a mayores, lo cual, sin duda, hubiera sido lastimoso.
Afortunadamente para la niña no captó la idea de Trump que cuestionó la existencia de Santa Claus
Lo cierto es que llama la atención el aparente poco tacto político que el mandatario tiene con sus interlocutores. Al parecer es cierto esa idea que se difunde de que es un ser narcisista. No es posible, así lo considero, que pierda el sentido de la llamada que era el de incentivar la creencia en Santa Claus. Hace, en ese caso en particular lo contrario, Trump cuestionó la existencia de Santa Claus, claro que no de manera directa sino ante un posible error de tacto.
Ya se mencionó que afortunadamente no pasó a mayores. El detalle está en pensar en el hipotético evento en el que la niña hubiera “descubierto” que Santa no existe. Vaya manera de lastimar a un niño y su inocencia. Esa es pues la gravedad del asunto. No habría manera de reparar esa situación y seguramente Trump minimizaría las cosas, como es su costumbre.