Quizás alguna vez te ha impresionado la agresividad con la que una madre defiende a su hijo, o ver cómo atracan en la calle a una persona mientras se queda paralizada de miedo. Tal vez has sentido el impulso de socorrerla y también has tenido miedo, o te has enfrentado a los agresores y has salido escardado.
Los humanos afrontamos de manera distinta una misma situación ¿De qué depende?
Y en el amor ¿por qué hombres y mujeres tenemos comportamientos tan diferentes?
Cuando hablamos de amor nos referimos a un estímulo producido por la secreción de una hormona, la oxitocina, también conocida como la “hormona del amor”.
Esta hormona del amor es responsable de sentimientos como el amor, la fidelidad, la compasión, la amabilidad y, sobre todo, de que estemos en este mundo, la maternidad.
La oxitocina favorece el vínculo de la pareja, que nazcan los niños, la secreción de leche materna y el apego entre una madre y su hijo durante la lactancia, que permanece durante toda la vida.
De hecho, durante el parto se administra oxitocina sintética de forma intravenosa para facilitar las contracciones del útero y acelerar el parto.
La oxitocina se produce en el hipotálamo, en el sistema nervioso. Desde allí se transfiere a la hipófisis, una glándula del cerebro donde se almacena y desde allí viaja «a pulsos» por el torrente sanguíneo hasta el lugar donde se necesite.
La química de la oxitocina sintética no es muy diferente. Sin embargo se transmite de forma continua, lo que de acuerdo con las investigaciones afecta de forma negativa a la conducta maternal, social y sexual.
Y tiene efectos secundarios, produce rotura uterina, reduce el reflejo de succión del bebé y tiene efectos sobre sus bienestar, por lo que la OMS recomienda que se use lo menos posible.
Pero si nos preguntamos por qué en una relación de pareja, la mujer se muestra más sensible, amable y amorosa y el hombre es más rudo, egoísta y obsesivo, quizá la respuesta esté en que las neuronas que activan la oxitocina están presentes en un área del cerebro de la mujer que no tiene el hombre.
Así lo ha descrito un equipo de la Universidad Estatal de Louisiana investigando con ratones hembra.
La oxitocina también es un neurotransmisor y desde la hipófisis se secreta en el cerebro produciendo múltiples efectos en el sistema nervioso.
De ahí comportamientos como los vínculos amorosos y los cuidados, la confianza y la empatía, la generosidad y el atruismo, las emociones y la inteligencia, la agresividad y regula el miedo, evitando que nos quedemos paralizados.
Esta hormona nos permite aprender y memorizar, reconocer a nuestros semejantes y sus emociones.
Activa la dopamina, la «hormona del placer», facilitando el vínculo de la pareja y el clímax durante la relación sexual.
Es fundamental para las relaciones sociales porque facilita la cohesión entre grupos de personas, y en la relación de pareja está en relación con la monogamia y la fidelidad. Es el «pegamento social» que propicia cualquier vínculo entre los humanos.
La oxitocina es fundamental para la supervivencia, facilita la vida y nuestro sentimiento de humanidad.
La mayor concentración de oxitocina se produce durante el parto, lo que lo convierte en un momento crítico que va a condicionar nuestra vida, nuestra salud, nuestro desarrollo neurológico y cognitivo.
Si los receptores de oxitocina no funcionan correctamente durante el parto puede dar lugar a una mala salud materna y efectos negativos en el desarrollo del bebé.
Fuente: ABC ciencia.