Una madre se pregunta por qué no puede darle un nombre a su hijo. La muerte fetal es un trance que conlleva un conflicto psicológico a la madre y a la familia, y origina miedos exacerbados. Alex Heizell, portavoz de la Sociedad Tommy de Muerte Fetal, asegura que la futura madre no tiene por qué preocuparse. Un nuevo embarazo a continuación de sufrir una muerte intrauterina es seguro.
Por lo general, ocurre una muerte fetal por cada 160 embarazos. Uno de los problemas que se presenta ante este trance es la falta de información para planificar futuros embarazos.
Hasta ahora los expertos habían aconsejado a las futuras madres que tras una muerte fetal debían esperar al menos un año y medio antes de pensar en un nuevo embarazo. Las razones que se argüían eran, por un lado, de tipo psicólogico, debido al trauma de dar a luz un hijo muerto y, por otro, dar un respiro al cuerpo para recuperarse.
Un embarazo tras una muerte fetal, aseguraban, conlleva el riesgo de un nacimiento prematuro, y que el bebé nazca con bajo peso o con menor tamaño del normal, por lo que aconsejaban a las futuras madres usar métodos anticonceptivos.
El estudio llevado a cabo en Reino Unido, y publicado por la revista The Lancet, desmiente esta norma, y afirma que es seguro. Alex Heizell asegura que no hay razón para evitar un embarazo inmediatamente a una muerte fetal por motivos de tipo psicólogico, y que no hay estudios que avalen que pueda haber otros riesgos o problemas propios de cualquier embarazo normal.
En el Reino Unido uno de cada 225 embarazos terminan con la muerte fetal. Desde el año 2000, gracias a los avances en medicina, el número de éstos se ha ido reduciendo, despuntando a partir de 2015, aunque en menor número en relación con otros países europeos.
Cuando el bebé en gestación muere antes de la vigésima semana se habla de aborto espontáneo. Puede ocurrir, entonces, lo que se llama un “aborto retenido”, es decir, que el cuerpo no expulsa el feto ni la placenta ni el resto de los productos de la gestación, sino que los retiene durante varías semanas.
Se dice que hay muerte fetal, cuando el bebé que se está gestando muere a partir de de la vigésima semana de gestación, aunque este límite puede variar de uno a otro país. Cuando el recién nacido muere a los pocos días del parto, se habla de muerte peninatal. En el Reino Unido se habla de la vigésimo cuarta semana para la muerte fetal. Aún así, el estudio realizado a tenido en cuenta las muertes fetales a partir de la vigésimo segunda semana.
Un sencilla regla para prevenir a las madres en gestación de algún problema intrauterino es que presten atención y cuenten las patadas de su bebé a partir de la vigésima semana de gestación. Si la madre nota que su bebé da menos de 10 patadas diarias, o siente que se mueve menos, se recomienda acudir a su ginecólogo a realizar pruebas. Otros posibles síntomas pueden ser cólicos abdominales, dolor en la parte baja de la espalda, el sangrado vaginal o cualquier otro síntoma anormal.
A pesar del trauma de una muerte intrauterina, el proceso de parto debe continuar y, aunque la madre pueda desear expulsar el feto, debe esperar el tiempo que le recomiendo su ginecólogo en función de las semanas de gestación, el historial médico y las propias razones psicológicas.
La muerte intrauterina se diagnostica mediante un escaneo de ultrasonidos al no detectar los latidos del corazón del bebé. En este caso, el mismo escaneo es útil para detectar las posibles causas de la muerte analizando la placenta, los órganos del bebé y, en general, todos los productos de la gestación.
Fuente: BBC News