¿Sabías que ha habido grandes avances en la ciencia médica a través de la experimentación con seres humanos vivos? Sí, y aunque suene un poco loco, a veces esas pruebas se les aplicaban a los individuos sin que estos supieran que eran sujetos de un experimento. Hoy hablaremos sobre 3 experimentos no consensuales que llevaron a avances médicos.
1. Influenza (1941)
En 1941, Thomas Francis Jr., microbiólogo que originalmente aisló los virus conocidos como influenza A y B, comenzó a experimentar en personas institucionalizadas y niños – estas personas se habían convertido en propiedad del estado o se encontraban en hospitales psiquiátricos-.
Francis no les dijo que estaba rociando su recientemente aislado virus de la gripe por la nariz cuando les dio un spray nasal. Incluso, cuando la comunidad médica se enteró, parecía pensar que los fines justificaban los medios.
Estas pruebas dieron pie a una mayor comprensión de la influenza y a otra serie de virus, además, llevaron a la creación de vacunas, muchas de las cuales protegieron a las tropas estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial.
2. Hepatitis (1947)
En 1947, el Dr. Joseph Stokes Jr, le dio de tomar a unos participantes batidos de chocolate sin decirles que los batidos se habían mezclado en una licuadora con hígados que contenían el virus de la hepatitis. Incluso, es vital decirles, que las heces que contenían el virus también se mezclaron en los batidos.
Ahora bien, todos los sujetos utilizados para el experimento fueron presos sin antecedentes de ictericia o presencia del virus de la hepatitis. Pero, al poco tiempo les surgió y eso hizo que la hepatitis se extendiera entre los prisioneros.
En 1950, Stokes realizó más experimentos al dar intencionalmente a 200 mujeres prisioneras hepatitis para estudiar más el virus. Su trabajo descubrió que tener un tipo de virus aumentaba las probabilidades de que una persona contrajera otro tipo de hepatitis. Pero este conocimiento tuvo un costo horrible.
3. La sífilis (1946 – 1948)
Para 1946 ya existía la penicilina y, había muchos casos de sífilis. Por esa razón, a unos investigadores se les ocurrió determinar la efectividad del uso de la penicilina en casos de sífilis, dado que, era una enfermedad muy difícil de curar.
No obstante, se les ocurrió la brillante idea de infectar a personas – prostitutas, discapacitados mentales, presos e incluso a niños huérfanos- en Guatemala con la batería que causa la enfermedad. Ahora bien, los investigadores colocaron la bacteria en los penes de los hombres o la metieron furtivamente en algo que se aplicaría a la piel de las personas que tenían heridas abiertas.
Afortunadamente para algunos, la penicilina funcionó. Además, este experimento enseñó mucho sobre cómo usar la penicilina junto con cosas como los condones para controlar la propagación de la enfermedad.