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Zona Silenciosa libre de wifi y de teléfonos inteligentes

¿Se imagina que pasa un día sin estar conectado a sus redes sociales y sin consultar su correo electrónico? Más aún ¿se imagina un día sin tecnología inalámbrica? y sobretodo ¿aprecia su privacidad?

En la actualidad millones de celulares y otros aparatos inalámbricos se conectan e interactúan creando una red global electromagnética alrededor de nuestro planeta como si se tratase de una segunda atmósfera.

Tanta actividad crea un “ruido eléctrico” que interfiere las telecomunicaciones más sensibles. Incluso los aparatos más insospechados interfieren, como por ejemplo, un aspiradora. Pero no es un problema de hoy día, desde hace mucho tiempo las ondas invaden el medio: la televisión, la radio y cualquier aparato que funcione con electricidad.

Zona Silenciosa libre de interferencias

Tenemos la ilusión de captar las señales del origen del Universo y con tanta perturbación eléctrica parece cosa ardua difícil. Para escuchar en paz lo nos que llega del cielo, en 1958 el gobierno estableció una Zona Silenciosa y la declaró «territorio libre de interferencias electromagnéticas«.

En esta zona están prohibido cualquier tipo de aparato que pueda emitir cualquier señal eléctrica que perturbe al telescopio. El Observatorio Green Bank está situado a unos 300 kilómetros de Washington D.C. Su telescopio tiene una sensibilidad equivalente a un billón de billones de un watt, unidad de potencia eléctrica, la misma energía que desprendería un copo de nieve al caer al suelo.

Con esta sensibilidad, cualquier cosa fabricada por el hombre puede alterar esa señal. Hoy día no es raro ver a alguien por la calle distraído con su teléfono inteligente y a punto de chocarse contra una farola. ¿Se imagina su vida sin celular?

En Pocahontas, los residentes de la Zona Silenciosa están libres de padecer esa adicción a los móviles y de la ansiedad de consultar sus redes sociales.

Por contra, tienen que renunciar a los microondas, radios, aspiradoras, aparatos de monitorización y digitales, como timbres, pulseras, relojes, despertadores, etc. Simplemente están prohibidos.

En este lugar la policía patrulla como si se tratara de la Brigada Fahrenheit en busca de cualquier aparato en funcionamiento que pueda perturbar la paz del gran telescopio, de una extensión de apertura como un campos de fútbol. Sin embargo, la prohibición no es tan estricta como pudiera parecer en primera instancia.

Beneficios de vivir en una Zona Silenciosa

Los residentes del lugar pueden usar Internet de banda ancha en sus casas o en el trabajo, aunque no pueden sacarlo a la calle con inalámbricos.

Los trabajadores del Observatorio calientan su almuerzo en microondas incrustados en cajas antiondas.

Se puede escuchar música en la radio, siempre que las emisoras se las ingenien para emitir sin interferir con el telescopio.

La mayoría de los residentes parecen encantados con esta zona libre de celulares.

Algo tan tradicional como la vida familiar y la comunicación personal, que parece perderse en nuestro mundo, en la Zona de Silencio es de lo más natural, y aunque no piensen en ello, lo más importante, disfrutan de una privacidad que casi ha perdido el resto del mundo. Aún así, no todo son beneficios.

No es fácil encontrar una cabina de teléfonos cuando se necesita.

El acceso a la linea telefónica es lento, la velocidad de Internet es obsoleta y las compañías no ven rentable cambiar el cableado en una comunidad tan pequeña. Para los más jóvenes no tener acceso a los móviles les aleja de la modernidad y sueñan con tener entre sus manos el smartphone más rápido del mundo. A algunos foráneos, sin embargo, les resulta un lugar  exótico para vivir.

Se definen como “refugiados de los dispositivos eléctricos”, personas que se han mudado a este lugar y que se llaman a sí mismos “leprosos de la tecnología”.

La Zona Silenciosa no parece un lugar que vaya a perdurar en el tiempo.

Se rumorea que el telescopio podría dejar de funcionar en algunos años o empezar el desmantelamiento de algunas áreas, lo que abriría una ventana a la tecnología inalámbrica y quien sabe si los habitantes de Pocahontas dejarían de ser tan silenciosos.

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