El 10 de enero de 1950 El Nacional publicaba en su edición “5 mil pesetas por venir a Venezuela pagaron 112 españoles a una organización fantasma”.

El precio del pasaje, una fortuna en aquellos tiempos, que pagaron 170 emigrantes canarios que partieron de La Gomera, el 9 de agosto de ese mismo año, hacia una nueva tierra prometida huyendo de la miseria.

La travesía hasta el nuevo mundo no era tan placentera como muchos hubiesen deseado.

                                                                         

Venezuela, la octava de las Islas Canarias.

La travesía era dura, llena de penurias y a merced de los temporales. Por si no fuese suficiente, partían del puerto a sabiendas de que, quizás, una vez en tierra firme, serían detenidos por la policía venezolana; pero, el riesgo merecía la pena.

Por aquel entonces, Venezuela era tierra de oportunidades. La moneda estaba casi en paridad con el dólar y la economía crecía a un 10% interanual.

Todo era más fácil que en el mundo que dejaban a popa aquellos emigrantes canarios. Se decía que con un mes de trabajo quedada amortizado el precio del pasaje, todo era más barato y, gracias al buen carácter de la gente, la integración era sencilla.

Aquel no fue el primer grupo que partió hacia Venezuela. Otros ya lo había hecho antes y al volver se hacía correr la voz de una nueva tierra de promisión, donde rápidamente se hacía fortuna, algo así como un nuevo “El Dorado”, un constructo que el imaginario colectivo rebautizó Venezuela como “La octava isla”.

La travesía por entonces solía durar más de un mes. Con esta previsión, la tripulación preparó avituallamiento para 30 días; pero, la mayor de nuestras esperanzas parece insignificante ante los designios de la madre naturaleza.

Un fuerte temporal les sorprendió en medio del océano y perdieron gran parte de los alimentos y de la bebida. La mayoría de la tripulación enfermó debido a la mala alimentación y a la ingesta de agua salada.

Para empeorarlo, el capitán del barco nunca había surcado aquellas aguas y navegaba perdido, desorientado y sin rumbo.

Cuando la situación se tornaba trágica, fueron avistados por un petrolero proveniente, precisamente, de la tierra prometida, que les auxilió y les mostró la ruta hacia las Antillas. Al fin llegaron a la Martinica, donde fueron acogidos y auxiliados por las gentes del lugar.

Después los emigrantes canarios prosiguieron rumbo a La Guaira, navegando por un mar de aguas más tranquilas, donde, como era habitual en aquel tiempo, los tripulantes del barco, “El Telémaco”, fueron detenidos acusados de tráfico ilegal de personas, mientras que la mayoría de los pasajeros fueron puestos en cuarentena en la isla de La Orchila.

Eran los “sin papeles” de la época. Se calcula que unos 12.000 españoles arribaron a las costas de Venezuela entre 1948 y 1952, cruzando el Atlántico a bordo de más de 120 barcos ilegales que partieron de España. Pero, la vida da muchas vueltas.

Canarias, el treceavo Archipiélago de Venezuela.

Según el Instituto Nacional de Estadística de España, más de 240.000 de venezolanos han llegado al país, siendo la capital, Madrid, con 42.000 personas, el principal destino; si bien, las cifras puedes ser mucho mayores, ya que las cifras oficiales no contabilizan a los que no carecen de permiso de residencia.

Sin embargo, aunque más barato que otros destinos, España no es la tierra de promisión que fue Venezuela en otro tiempo.

Para llegar a España son necesarios unos mínimos requisitos económicos. Cuenta el sociólogo Tomás Páez, uno de los impulsores del Observatorio de la Diáspora Venezolana que, para poder comprar los pasajes con su sueldo de profesor en Venezuela, necesitaría ahorrar durante 20 años.

Otros, la mayoría, consiguen esos pasajes con las remesas de dinero que les envían los familiares que les precedieron o gastando hasta el último céntimo que puedan reunir, y cuando por fin llegan a España, apenas pueden conseguir un trabajo y deben conformarse con trabajar en lo que salga, como camareros, empleados de hogar, cuidando ancianos, bebés, limpiando, es decir, aquellos empleos que los españoles rechazan.

Estos son los que llegan, como se suele decir, con “el pasaporte en la boca”, vienen sin nada, con lo puesto y con 300 euros como mucho para ver si salen adelante, dice José Antonio Carrero, un abogado de origen venezolano que lleva en su bufete, en Tenerife, los asuntos de inmigración de sus compatriotas, y, sigue diciendo, en torno al 20% son “sin papeles”.

El profesor de Historia de América de la Universidad de La Laguna, Manuel Hernández, explicaba en 2015 que, en las Islas Canarias, a las encuestas de los venezolanos censados y/o empadronados había que sumarle aquellos que tienen doble nacionalidad.

Si duda el número supera 100.000 entre canarios retornados, sus descendientes y venezolanos sin raíces isleñas, sin tener en cuenta a aquellos que carecen de permiso de residencia”, aclaraba, entonces, el especialista.

La odisea se repite, pero en sentido inverso, en una viaje de ida y vuelta, personas huyendo de la crisis dejan a popa Venezuela en busca de una tierra de promisión; sin embargo, casi 70 años después, las cosas en España son muy diferentes, aunque ni la crisis ni el paro detienen el éxodo.

El diario La Provincia publicaba, el 11 de octubre de 2018, “Siete venezolanos llegan cada día a las Islas huyendo de la crisis en su país”, 20.000 desde 2014 y, de ellos, 10.000 en Tenerife, Isla que cuenta con el mayor número de venezolanos emigrados.

Y, sin embargo, para muchos tal vez su viaje sólo sea de ida. Se calcula que un 60% de los venezolanos emigrados han adquirido la doble nacionalidad y, por el momento, no albergan la posibilidad o el deseo de volver.

La integración social tampoco es sencilla.

En 2003 se creó la Unión Canario-Venezolana para facilitar la integración de los venezolanos emigrados en la vida social y económica de las Islas, buscando dar soluciones a la convalidación de títulos universitarios, descuentos y bolsas de trabajo, entre otros, y para mantener la unión de los venezolanos que dejaron atrás sus raíces.

Quizás entre ellos se encuentren los hijos y nietos de aquellos que otrora partieron en El Telémaco, huyendo de la escasez, la recesión, el desempleo y la inseguridad, de vuelta a sus orígenes en busca de libertad y prosperidad. 

Fuentes:

https://alnavio.com/noticia/11932/delared/cuando-12.000-sin-papeles-espanoles-llegaron-a-la-prospera-venezuela-de-los-anos-50.htm

https://elpais.com/internacional/2018/08/26/actualidad/1535304665_896102.html

https://www.laopinion.es/tenerife/2015/02/01/isla-refugio-venezolanos/588633.html

 

 

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