¿Quién ha vivido sin ser herido? Todos en nuestras distintas etapas de vida hemos sido heridos, y la referencia debe ser en plural porque los errores humanos no son cosa de singularidades.
Familia, amigos, compañeros de escuela o trabajo, vecinos, desconocidos, cualquier persona que esté en nuestra vida puede herirnos, pero este es un riesgo bilateral, porque así como somos heridos, también somos causa de heridas emocionales en otros.
Perdonar es un proceso necesario para seguir adelante, y necesario no se hace sinónimo de fácil bajo ninguna perspectiva.
Perdonar, un acto de amor propio.
Equivocadamente pensamos que perdonar es conceder a otras personas la disculpa por herirnos emocionalmente, pero este proceso no llega hasta ahí.
Perdonar tampoco se trata de olvidar, más bien es poder recordar lo sucedido sin que esto te lleve al dolor o rencor, peor aún a la venganza.
Antes de perdonar malgastamos nuestro tiempo pensando en quienes nos hicieron daño, buscando explicaciones lógicas y armando explicaciones ilógicas, ese mismo tiempo pudiera ser invertido en cosas productivas que nos hagan vivir mejor.
Cuando perdonamos no solo liberamos a quienes les otorgamos el perdón, sino que nos liberamos a nosotros mismos de una carga emocional innecesaria que debilita nuestra salud física, mental y emocional.
¿Se hace más difícil perdonar a quien se ama?
“El amor todo lo puede”, quienes verdaderamente aman suelen otorgar el perdón pero no implica que se haga con mayor felicidad, también es un proceso doloroso ya que la herida emocional fue proporcionada por quien goza de nuestro afecto y también es importante para nosotros, entonces se mezclan la injusticia y la traición, haciéndonos sentir poco valorados.
Cuando no hay mayores vínculos afectivos, perdonar no solo se hace difícil sino que en ocasiones se torna innecesario y se permite salir a la persona de nuestra vida, pero sino hemos perdonado posiblemente nombrarles o relacionarles con otras experiencias será un acto recurrente.
Perdonarse a sí mismo antes que otros.
Antes de buscar perdonar a otros es necesario pasar por el proceso del perdón propio, debemos autoevaluar por qué es necesario perdonar, y comenzar por revisar si eso que tanto nos afecta es algo que está intrínseco que debemos sanar y perdonar en nosotros mismos. Nuestras exigencias a otros tal vez son un reflejo en un espejo interno de nuestras propias demandas.
Comunicación, medio fundamental.
Tal vez la solución es la misma causa aplicada en mala forma. Es necesario comunicarnos con quienes debemos sanar o perdonar, no se trata solo de buscar explicaciones sino de buscar soluciones, porque si perdonamos lo probable sea que esas personas permanezcan en nuestra vida, entonces prevenir es la clave, decir qué nos hirió, lo que nos molesta; no es solo pedir cambios sino establecer acuerdos que nos permitan convivir mejor y evitar la entrada en un espiral agotador de círculos viciosos que seguro terminaran en nuevas contiendas.
Tal vez todos los malos entendidos se pueden evitar si desde un principio establecemos claramente nuestras necesidades e incomodidades, respetando la personalidad de todos con quienes compartimos y esto solo es posible cuando nos comunicamos.
“Crecemos cuando perdonamos”, no te estanques en rencores ni dolores, prepárate para perdonar y seguir adelante, quien mayor beneficio tendrá serás tú.