Joaquín “El Chapo” Guzmán se fugado en dos ocasiones de prisiones de máxima seguridad, sin embargo, las autoridades estadounidenses señalaron que no habrá una tercera vez.
Aun no se ha dicho dónde será encarcelado “El Chapo” después de ser sentenciado este miércoles por un juez federal en Brooklyn, pero es probable que pase el resto de su vida en la prisión federal estadounidense ADX Florence en Colorado, la cárcel más segura del país y la única con la etiqueta “Supermax”.
Guzmán se unirá a la larga lista de los criminales más riesgosos de EE.UU. que ya residen allí.
Martin Horn, profesor del John Jay College of Criminal Justice y excomisario del Departamento Correccional de la ciudad de Nueva York, explicó que “esta muy bien diseñada para su propósito, retener a los delincuentes más peligrosos del sistema penitenciario federal”.
En sus dos fugas anteriores, Guzmán ha demostrado que puede tener un mayor riesgo de escape que cualquier otra persona. Eso hace de ADX Florence un lugar apropiado para él, agregó.
Guzmán, de 62 años de edad, fue condenado el 12 de febrero por traficar toneladas de cocaína, heroína y otras drogas hacia EE.UU. como líder del cártel de Sinaloa en México, donde los fiscales dijeron que amasó poder mediante asesinatos y guerras con cárteles rivales.
Prisión ADX Florence
La prisión ADX Florence es apodada como la “Alcatraz de las (Montañas) Rocosas” en honor a la célebre prisión de San Francisco.
Está ubicada a unos 185 kilómetros al sur de Denver, y entre sus reclusos figuraron gánsters como Al Capone y George “Machine Gun” Kelly, o Robert Franklin Stroud, conocido como el Hombre Pájaro de Alcatraz.
Actualmente, “Alcatraz de las (Montañas) Rocosas” aloja a 376 reclusos.
Entre ellos se encuentran: Ted Kaczynski, alias “Unabomber”, el conspirador de los atentados del 11 de septiembre, Zacarias Moussaoui; Terry Nichols, que perpetró el atentado con bomba de 1995 en Oklahoma, Richard Reid, alias “Shoe Bomber”; Dzhokhar Tsarnaev, que puso una bomba en la maratón de Boston; y Ramzi Yousef, uno de los participantes en el atentado de 1993 contra el World Trade Center de Nueva York.
Estos reclusos permanecen por lo general confinados durante 23 horas al día en celdas solitarias, cada una de ellas con una ventana estrecha de poco más de un metro de alto y en ángulo hacia arriba para que sólo se pueda ver el cielo.
Pueden ver la televisión en sus celdas y tener acceso a servicios religiosos, programas educativos y un almacen.
Además, se aplican restricciones especiales para garantizar que los reclusos no puedan ejercer influencia y los prisioneros no pueden moverse sin un escolta.